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-Blanca... - Raúl fue el primero en llegar hasta mí. - ¿Estas bien?

-Si, sí. Tranquilos, estoy bien. - Ambos se dedicaron a observar cada centímetro de mi cuerpo.

-Tenéis algo para deshacerme de esto? - Dije tirando de las cadenas, haciendo que el maldito ruido metálico inundara la sala.

-Dame un momento. - Juan, salió corriendo fuera.

- ¿Seguro que estas bien? - Raúl, observaba el corte de mi mejilla.

El labio lo tenía prácticamente curado. La mejilla y la brecha de la cabeza, tardarían un poco más en acabar de curar.

-Seguro. Lo único que necesito ahora mismo, es salir de aquí  darme una ducha. -Hice una mueca de asco.

Raúl, sonrió y me abrazo.

No mentía, estaba bien. Todo lo bien que se puede estar en mis circunstancias.

Después del primer día, nadie había vuelto. Solo los hombres de Samuel, y el médico para curar mis heridas. Eso me dio un pequeño respiro. Mientras, supongo que Samuel planeaba que hacer.

Juan, llego con unas cizallas. No se demoró, en unos segundos, por fin volvía a estar libre.

Me guiaron por el camino hacia la salida. En unos minutos, estábamos los tres subidos en un coche.

Juan se encargó de dar las ordenes necesarias para salir de la mansión en la que nos encontrábamos. Venían una veintena de hombres junto a ellos, montaron en sus respectivos coches y nos marchamos.

-Esto es tuyo Blanca. - Observe lo que Juan tenía en sus manos. - Solo estaban estos tres. No sabemos dónde está el que falta. - Se disculpo apenado.

Yo si lo sabía. Pondría la mano en el fuego, lo tenía Victoria...

-Gracias Juan. - Le regale una débil sonrisa. - Con estos tres me apañare.

Me quede mirando fijamente los tres cuchillos que tenía en mis manos en este momento. En algún momento, recuperaría el que me faltaba. Y con él, cumpliría mi promesa.

Durante el trayecto, ninguno dijimos nada. Solo se escuchaba la música de fondo. Sonaba: Luna - de; Judit Neddermann. En ese momento mientras escuchaba la letra de la canción sonar, mire al cielo. Era más azul que nunca, rodeado de pequeñas nubes que lo acompañaban. Y fue justo ahí, cuando me sentí más libre de lo que nunca había sido en mi vida. Seguí tarareando la canción sin poder apartar la mirada del cielo hasta que termino.

Cerré los ojos. Me sentía agotada, necesitaba poder descansar en una cama.

Un recuerdo vino a mi cabeza...

*

Me encontraba en el lugar que me había citado ese hombre misterioso. No me quiso explicar mucho el otro día, me dijo que si aceptaba me lo explicaría todo.

Me senté en el banco más cercano y me encendí un cigarro. Antes de terminarlo, vi cómo se acercaba. No venia solo, con él, venían dos chicos. Ambos tenían la misma estatura. El pelirrojo, llevaba gafas y se le veía más tímido. El rubio, no dejaba de hablar con el hombre mientras reía abiertamente.

Cuando llegaron a mi altura hizo las presentaciones.

El pelirrojo se llamaba Juan, tenía un año más que yo.

El rubio era Raúl, y teniamos la misma edad.

Me comento, que su nombre no podía decirlo por seguridad. Pero, podíamos referirnos a él como; Jefe.

SANGRE ENEMIGAWhere stories live. Discover now