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Desperté desubicada, tarde un momento en tomar conciencia de donde me encontraba. Aunque Dani había mantenido mi antigua habitación exactamente igual, hacia demasiado tiempo que no dormía aquí.

Baje a la cocina a prepararme el desayuno. Me fije en que el coche de Dani estaba fuera. No quería molestarlo, cuando me quede dormida el aún no había llegado.

Mientras me tomaba el café, escribí por el grupo que teníamos.

-Buenos días! ¿Alguno esta despierto? Voy a salir a correr un rato, si alguno esta por aquí vamos juntos.

Como ya me suponía, no hubo respuesta. Era demasiado pronto, pero no podía seguir dando vueltas. Necesitaba salir a correr y descargar energía.

Salí a correr por el vecindario. Vivíamos en una zona residencial, estaba rodeada de parques y bonitas casas.

Nuestros padres tenían un buen trabajo, y vivíamos muy bien.

Nunca entendí por qué Dani no vendido la casa y se mudó a un sitio más pequeño. Siendo solamente los dos ya lo veía demasiado, pero para el solo creo que era algo exagerado.

Se que era más por el valor sentimental, pero era demasiado costosa de mantener. Nuestros padres nos dejaron dinero, pero no el suficiente para poder mantenerlo todo tantos años.

Por lo que me explico Dani, le iba bien en su trabajo. Ganaba bastante bien, y su jefe estaba muy contento con él.

No sabía muy bien que es lo que hacía en la empresa. Era algo así como la mano derecha de su jefe, le ayudaba a poder llevar a lo más alto las diferentes empresas que tenía.

Su jefe, prefería no pensar en él. Esperaba poder acabar pronto y volver a poner tierra de por medio.

Al llegar a casa me encontré a Dani. Por su cara, acababa de despertarse.

-Buenos días hermanito. ¿Mucha fiesta anoche? - Lo abrace por la espalda.

-Buenos días enana. Veo que has madrugado mucho. - No pase por alto que había evitado mi pregunta.

-Si, no suelo dormir mucho. Y necesito mi dosis diaria de ejercicio. Voy a darme una ducha, y si quieres podemos pasar el día juntos.

-Perfecto, ya le dije a Samu que no contara conmigo hoy.  ¡Me tienes todito para ti!

Pasamos todo el día juntos poniéndonos al día. Me dolía tener que mentirle, o inventarme mi día a día. El consuelo que tenía era que lo hacía por él y su seguridad.

Sobre las 20h nos despedimos, él había quedado con Samu para arreglar algo del trabajo. Me sentí mal, si no lo hubiera acaparado todo el día, ahora podría quedarse en casa.

Le explique que había quedado con unos amigos para salir esta noche, que no se preocupara. El también llegaría tarde, quedemos en hablarnos y avisarnos.

Cené algo ligero y subí a cambiarme. No solía cenar mucho, y menos después de todo lo que habíamos comido.

Elegí un vestido de flecos hasta medio muslo, era una fantasía. Tenía escote en forma de corazón, de ahí iban saliendo tiras de flecos hasta llegar al muslo, con la espalada descubierta y de color champan. Los zapatos de piedras, del mismo color que el vestido.

Me alise mi larga melena, me quedaba justo por la cintura. No me gustaba maquillarme mucho, así que fue lo más sutil.

Un poco de colorete, para los ojos solo mascara de pestañas, iluminador y para terminar los labios color rojo fuego. Me eche unas gotas de perfume, cogí el abrigo y salí fuera a esperar a que me recogieran.

Mientras cerraba la puerta, vi que acababan de llegar. Para este tipo de misiones el encargado de llevar el coche era Raúl, y ahí estaban los dos, perfectos como siempre. Esperando a que me subiera para poner rumbo a nuestro destino.

Al subir al coche les di un beso a cada uno.

-Estáis muy guapos chicos! Voy a ser la envidia de todas las mujeres. - No mentía, los dos iban guapísimos. Cada uno a su estilo. Juan, en traje y camisa, siempre. Raúl, con tejanos y jersey.

-Tú también estas preciosa. Si la mano derecha del Capo está en el local, caerá de rodillas a tus pies. - Dijo Raúl. A lo que Juan añadió.

-Y no se refiere a que le estés apuntando con tu arma, no te hará falta.

-Tonterías. Igual le gustan más los hombres y os elige a alguno de vosotros dos. - Pestañee coquetamente.

- Si es así, que le eche el ojo a él. A mí me toco la última vez. - Raúl y yo reímos.

Sabía que, si llegado el momento era así, ninguno de los dos tendría problema en hacer su trabajo.

Me asegure de que llevaba bien puestos mis cuchillos. En sitios así era lo más seguro. Si por alguna razón llegaban a darse cuenta que los tenia, siempre podía recurrir a que era por mi seguridad.

Aparcamos en la calle de enfrente y nos preparamos para entrar.

Se veía una larga cola, nosotros no tendríamos que esperar. Teniamos gente por todos lados, y nos habían metido en la lista de Vips. Era algo más arriesgado, pero viendo la gente que esperaba para entrar seguramente nos quedaríamos fuera. 

SANGRE ENEMIGAWhere stories live. Discover now