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El partido de Argentina contra Francia había llegado. 

El primer tiempo lo vivió entre mucha euforia, emoción, puteadas y algún que otro golpe que se comió cuando festejaron los goles.
Pero el segundo tiempo ya le había pegado fuerte, porque lo estaba viendo sentada en una camilla de la enfermería. Y ni hablar de cuán mal la había puesto la atajada que hizo Emiliano en los últimos minutos agregados. 

—Yo no te lo puedo creer —se quejo mientras le revisaban la presión.

Cuando Francia anotó el segundo gol, sintió como le bajó la presión. Y Celeste, la mujer de su hermano, llegó a agarrarla antes de que se accidentara. Para cuando recuperó el conocimiento ya estaba en la enfermería.

—Jaja, la tía es re débil —se burló Morena mientras se reía de ella- papá se le va a cagar de risa.

—Que pendeja de mierda —susurro- Celes, vuelvan a la cancha, yo voy a estar bien. Prefiero verlo desde acá más tranqui.

—¿Segura?

—Si boluda, no te pierdas el partido en vivo por mi. Dale.

Celeste cedió, así que agarró a sus hijos rápido y salieron de la sala.

En la tele ya salía que era oficial que iban a penales, y sintió como perdía la vida en ese momento, porque sí, así de exagerada era. Pero se centró en tirar buenas energías, extrañamente algo dentro suyo le hacía sentir que la copa era de Argentina.

Penal por penal los grito como si la vida le dependiera de eso, así como también le hacía cuernos a la pantalla cada vez que era el turno de un jugador francés.

"Y ese es Montiel. Somos todos Montiel. Gonzalo vamos. MONTIEL AL ARCO Y...GOOOOOOOOL"

Eran campeones del mundo. No lo podía creer. 

Sintió las lágrimas empezar a empaparle la cara, el corazón le latía a mil por hora, y se sentó para intentar calmarse. Todavía estaba en shock, procesando la situación.

Salió de la enfermería eufórica un rato después, sin importarle absolutamente nada, y corrió por el pasillo que da ingreso a la cancha teniendo solo en mente ir a abrazar a su hermano, a sus amigos, y al Dibu.

—Ganamos flaquita —le dijo Nicolas cuando se colgó de él como koala- ganamos.

—Somos campeones —afirmó, pero todavía sonaba raro decirlo en voz alta- boludo, no lo puedo creer.

—Creo que deje la vida unas veinte veces en todo el partido.

—Callate que yo me desmaye —él la miró preocupado, pero ella se rió- tranqui, ya estoy bien. Aparte, no te preocupes por mi, ahora hay algo más importante...la copa papaaa.

De repente los rodearon todos los del plantel, y se vio envuelta en un pogo donde casi perdía una zapatilla. Pero estaba feliz, su hermano estaba feliz, sus amigos estaban felices y...el Dibu estaba llorando.

—La puta madre —dijo antes de safarse del bardo, y correr a donde estaba el arco.

Sin importarle nada se tiró de rodillas enfrente de Emiliano, raspandose con el pasto, y abrazándolo de golpe. Él le devolvió el abrazo con fuerza, apoyó la cabeza en su hombro y siguió llorando.

—Sos espectacular, Emi. Hoy dejaste la vida acá, y te llevas la dorada —disimuladamente le dio un beso en la boca, y después uno más público en la mejilla- te adoro.

—Te adoro más Valen. Gracias.

Y no dijo nada más, en cambio, le permitió que llorara de la emoción en tus brazos.

vulnerabilidad - dibu martinezWhere stories live. Discover now