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Me detengo en la puerta del hogar de mi padre, el auto de Wanda me produce un recuerdo, el de mi padre un dolor de cabeza y las imágenes de la noche anterior no dejan de deslizarse por mi mente. Nunca he sentido tanto miedo en mi vida como ahora, el susto más grande y el cual me costará toda una vida. Siento que alguien toma mi mano, el agarre es fuerte y delicado, su perfume se hace presente.

Dulce y amaderado.

Se me viene el recuerdo de cuando fuimos de fin de semana a unas cabañas, llovió los tres días seguidos y el único aroma que era presente, era el dulce y amaderado de su perfume. La tierra mojada y las tazas de café que se preparó. Lo miro, una vez dije que Piero es mi alma gemela, creo que nuestras almas gemelas se nos parecen, en personalidad y apariencia.

El castaño claro es un tono mucho más claro que el mío, pero sus facciones, nariz perfecta, labios simétricos y los ojos azules más profundos que he visto. Me enamore de él porque era el único que me hablo cuando comencé a trabajar en Impura, me ayudo en todo, me acompaño y me cuido en los momentos donde hizo falta. Se hizo presente, se ganó mi corazón y yo me gané el suyo. Éramos perfectos, sin toxicidad, hablábamos sobre todos, cenas todos los viernes y si podíamos alguna escapada de fin de semana.

Piero, nunca fue malo, cuido de mi corazón, estuvo presente en la separación de mis padres y nos hicimos buenos amigos. Y luego, un día, nos besamos, desde entonces todo fue diferente. Su tacto es áspero, pero quiero sostenerme de él lo más que puedo.

—Yo no tomé esas fotos, Artemisa —mi nombre entero sale de sus labios, nunca lo he escuchado y la única persona que fue capaz de llamarme de esa forma, fue mi madre. Artemisa, lo ha resumido a Artemis y luego le dieron un toque más dulce, Arte. Yo fui un arte, hoy soy un arte impuro que ha sido fotografiada y expuesta. —Enoc anoche fue a mi hogar, revolvió todo y le juré que yo no las tome

—Tenías una foto mía en tu tablero —susurré, saque la pequeña polaroid de mi bolsillo y se la extendí, sus dedos tocaron el papel. Suspira pesadamente, la acaricia y procede a decir algo.

—La tomé antes de que todo comenzara a ser un caos, ese día veníamos aquí y me arrepiento tanto de haberte dejado en la puerta ese día. —traga saliva —ahí, todavía eras mi Artemis y nadie te había alejado de mí, me querías, me amabas —guarda la fotografía en su bolsillo —eras mía

—Todavía lo soy

—No, ahora eres de ella

—No iré más a Impura —susurro, sus ojos me miran con profundidad y la pupila se le dilata, sujeta con más fuerza —lo dejaré —asiente suavemente —pero no lo comentes

—Enoc no estará feliz y Wa...Escarlata tampoco —frunzo mi ceño —te harán daño —la puerta de entrada se abre antes de que pueda decir algo

—¿No piensan entrar o qué? —pregunta Lisa divertida, Piero sujeta con más fuerza mi mano y asiente.

—¿Qué ibas a decir? —pregunto en susurro mientras caminamos hacia la casa.

—Nada olvídalo, Lisa ¿Cómo estás? —besa la mejilla de mi hermana y nos adentramos juntos

—Estoy bien, papá está en el patio preparando la carne, tú puedes ir con él y yo me quedo aquí con Arte —Pier asiente, se acerca para besar mi frente y luego se marcha por el camino indicado. Lo observo alejarse, me duele tener que darle un final a nuestra relación, pero si no lo hago el final será mío. En la cocina, no observo ni el más mínimo rastro de Wanda y eso me parece raro.

—¿Dónde está Wanda? —pregunto

—En el despacho, tiene unos asuntos que atender y no ha salido desde está mañana —desliza el cuchillo por las papas para la ensalada

ImpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora