Capítulo 12

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El domingo llegó más rápido de lo que Harry había previsto. Pasó tanto el viernes como el sábado despejando su despacho/laboratorio y convirtiéndolo en un dormitorio para Severus. Por supuesto, con un niño de dos años con él todo el día, la tarea resultó difícil. El niño lo seguía a todas partes, dejando a propósito algunos de sus juguetes por toda la habitación de Severus, riéndose cada vez que Harry lo atrapaba. Gracias a Merlín por la magia, no tuvo que buscar individualmente los huevos de Pascua de Seb para su padre. Recogió cerca de la mitad de los juguetes de Seb cuando los invocó desde donde el niño los había escondido.

El domingo por la mañana ya estaba todo listo. Se alegró de que sólo hubiera encogido los muebles viejos que venían con la casa, ya que no necesitaba comprar una cama nueva, una mesilla de noche, un escritorio y un armario. Harry consideró que Severus podría querer decorar él mismo la habitación, así que no se molestó en poner nada más.

Harry no había pensado realmente en lo que significaba para ambos vivir bajo el mismo techo. No estaba seguro de haber tomado la decisión correcta. ¿Estaban yendo demasiado rápido? Harry sabía que sí, pero teniendo en cuenta que tenían que pensar en Sebastian, suponía que no pasaba nada.

Pero tenían que pensar en Sebastian. ¿Y si nunca superaban sus rencores del pasado? ¿Cómo afectaría a su hijo? No quería que Sebastian creciera con sus padres siempre enfrentados. Tenía que hablar del tema con Severus lo antes posible.

Harry no había hecho nada tan imprudente como sugerirle a Severus que se fuera a vivir con ellos. Esperaba que no le mordiera el trasero en el futuro.

-¡Henry!-, llamó una voz desde fuera de la casa.

Harry fue a mirar fuera y vio a Linda de pie en la acera. -¿Linda? ¿Necesitas algo?- Volvió a llamar.

-Vendrás a cenar más tarde, ¿verdad?-.

Mierda. pensó Harry. Voy a tener que avisar a Severus en cuanto llegue. Espero que no se enfade.

-Sí, allí estaremos. Pero podría llevar a alguien conmigo, si te parece bien-.

-No hay problema, querida. Si es Ron o Hermione, diles que esperen comida tradicional australiana. Estoy haciendo pollo a la parmesana-. informó Linda, despidiéndose de Harry con la mano.

Harry gimió. Se había olvidado por completo de la cena. Sam y Linda harían su agosto cuando supieran exactamente a quién iba a traer.

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Severus llegó a casa de Harry más tarde de lo esperado. Arregló todo en Gran Bretaña tan rápido como pudo. Minerva se enfadó por su repentina marcha, pero comprendió su deseo de viajar por el mundo con la promesa de que le escribiera todo lo posible. San Mungo no quería dejarlo ir pero considerando que tenía un contrato de dos años con ellos, realmente no tenían opción si Severus decidía no firmar por otro.

También visitó Gringotts e hizo que le abrieran una cuenta en su sucursal australiana para poder acceder fácilmente a su dinero y controlar las inversiones a nombre Prince.

No trajo tanta ropa como libros y equipo de pociones. La ropa que tenía no era adecuada para el clima australiano.

Severus llamó a la puerta, llevando su maleta. Harry la abrió, con aspecto un poco alterado y sonrojado.

-¡Severus! Pasa. Olvidé darte una llave-, exclamó Harry, invocando inmediatamente su propia llave y duplicándola, dándole la de repuesto a Severus. -En fin, por aquí se llega a tu habitación. No he colocado nada más que los muebles básicos por si querías decorarla tú mismo-.

FALLING INTO PLACE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora