Capítulo 23

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-Hola, tío Cassius- saludó Severus. Había pasado una semana desde que Harry mencionó que Severus debía hablar con su tío y Severus por fin tenía tiempo y valor para hacerlo. También se alegró de que su bisabuela Adelia debiera estar visitando los otros retratos de la mansión, ya que su marco estaba vacío.

El hombre del retrato se sobresaltó pero, por supuesto, permaneció en su sitio ya que, después de todo, seguía siendo un retrato. -¡Severus! ¿Qué te trae por aquí?-.

Severus se sentó en el mismo sillón en el que estaba Harry la última vez que habló con los retratos. El actual cabeza de familia contestó despreocupadamente -Harry me dijo que tal vez necesitara hablar contigo, bastante decidido, la verdad-.

Cassius soltó una risita nerviosa -No sé por qué el señor Potter pensaría eso-.

-Sin embargo, hay un detalle por el que siento curiosidad desde hace tiempo, y no crea que no puedo saber si alguien miente o se guarda información incluso para los retratos-, zumbó Severus.

El retrato suspiró. -Adelante, pregunta-.

Severus miró el retrato de su tío, con los antebrazos apoyados en los muslos mientras reclinaba la parte superior del cuerpo hacia delante, pensativo. -¿Cuál fue la verdadera razón por la que me nombraron heredero? ¿Cómo sabía tu abogado dónde encontrarme? Hogwarts no divulga direcciones y sé a ciencia cierta que una vez que mamá fue repudiada, toda la información sobre ella desapareció del libro mayor-.

Cassius tenía una sonrisa triste en el rostro. Supuso que ya era hora de que Severus lo supiera. -Tu madre era diez años más joven que yo, ¿lo sabías? Cuando padre la repudió, ella sólo tenía diecisiete años. Demasiado joven para el mundo. Así que seguí a Eileen a un lugar llamado Cokeworth. Madre lo sabía, pero sólo me recordó que no dejara que padre se enterara. Que podía vigilar pero no podía hablar con Eileen. Por aquel entonces, yo era el heredero sumiso y hacía lo que me decían, sin preguntas.

Estuve allí el día que naciste. Era una pequeña clínica muggle al otro lado de la ciudad. Incluso pude abrazarte una vez. La sanadora pensó que yo podría haber sido tu padre cuando no dejaba de mirarte a través del cristal. Te entregó a mí. Fue una de las mejores sensaciones del mundo, tener tu diminuta figura en mis brazos. Soy infértil, y tú eres lo más cercano que tengo a un hijo, Severus.

Te veo crecer. Te gustaba sentarte en los escalones del porche todas las mañanas y, cuando cumpliste cinco años, tu madre te llevó al parque. Todos los días a las diez, después de que tu padre se fuera a trabajar, bajabas andando al parque y no te ibas hasta las cuatro, cuando él volvía a casa. Vi los moretones, Severus. Hice lo que pude para curarlos. Y te dejaba frutas y sándwiches en el banco que frecuentabas. Sé que no era suficiente. Debiste haber crecido en la Mansión Prince, hijo mío. Si no fuera por mi padre, lo habrías hecho.

Cuando empezaste Hogwarts, dejaste de ir al parque. Ya casi no sales de casa. Y luego, cuando mi madre enfermó en tu segundo año, padre comenzó a notar mis sucesivas salidas y empezó a dudar de mis razones. Entonces dejé de visitarte. No fue hasta un año después de que te graduaras cuando padre por fin falleció y tuve la oportunidad de reintegrarte a ti y a tu madre en la familia. Todavía fue uno de mis peores días cuando me enteré de que Eileen había muerto unos años antes. Ni siquiera lo sabía.

Te hice mi heredero no sólo porque eras el único Prince que quedaba por heredar, sino porque durante toda tu vida deberías haber sido el verdadero heredero y tratado como tal-.

Cassius hablaba emocionado pero sin mirar a Severus, ni una sola vez durante su relato. El retrato mantuvo su mirada en los estantes de libros detrás del Maestro de Pociones. Era porque se sentía culpable o estaba tratando de mantener sus emociones bajo control, Cassius realmente no lo sabía.

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