capitulo 05

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Las Pequeñas Victorias

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Las Pequeñas Victorias

Harry descubrió rápidamente que no era difícil ganarse la lealtad de los no humanos mediante la amabilidad, aunque sólo fuera porque no estaban acostumbrados a que alguien fuera sinceramente amable con ellos. Y aunque ese simple hecho le hacía doler el corazón, también le facilitaba mucho la vida, porque Harry no era, en el fondo, una persona cruel. Era duro, estaba decidido a utilizar cualquier medio para conseguir lo que creía necesario, pero nunca había creído en la matanza o la tortura sin sentido para lograr sus objetivos.

"Algunos os verán como débiles", advirtió Carmilla cuando los últimos vampiros empezaron a marcharse poco después de las cinco, la mayoría apresurándose para llegar antes que el sol a sus moradas, que se encontraban por todo el Reino Unido, Irlanda y el noroeste de Europa.

Harry se encogió de hombros mientras sacudía suavemente el hombro de Remus. Su guardián de la noche se había quedado dormido unas dos horas antes, por fin calmado tras una noche de ver cómo los distintos clientes trataban a Harry con respeto. "Si alguien cree que soy un blanco fácil, con mucho gusto le daré la razón", respondió, totalmente despreocupado.

El hecho de haber sido auror, sobre todo al servicio de un Ministerio que había delegado la vigilancia de los no humanos en ese departamento, hacía que conociera un montón de hechizos capaces de detener al más violento de los no humanos (al menos, a los capaces de visitar el Ojo Sangriento, ya que un gigante no encajaría). Además, ya había descubierto que era capaz de lanzar la mayoría de ellos sin ayuda de la varita mágica. No disfrutaba necesariamente del hecho de conocerlos, pero la preparación era una lección que nunca se desaprende del todo.

"Espero que no llegue a arrepentirse de su arrogancia, Señor Alfa", le devolvió Carmilla con una mirada de desaprobación desde al lado de la floo.

Harry suspiró. "Si se demuestra que yo soy el tonto, que sea sobre mi propia cabeza". Sacudió la cabeza en respuesta a la mirada cansada de Remus. "Si ni siquiera puedo enfrentarme a los de mi propia especie, ¿qué derecho me da a liderarlos contra los humanos mágicos?".

Carmilla se detuvo en el acto de arrojar un puñado de polvo floo a las moribundas llamas de la chimenea. "No es mentira", admitió.

"De todos modos", añadió Harry alegremente, "sólo tengo cinco años. Hay que tener en cuenta mi edad".

Carmilla soltó una carcajada incrédula y se marchó sin saludar.

Harry se preguntó si debería sentirse insultado por el desaire, pero luego miró hacia el reloj que había sobre la barra y vio lo cerca que estaba la aguja de la marca del amanecer. Bueno, no podía culparla por su falta de cortesía social cuando se trataba del sol. "¿Estáis listos para irnos?", preguntó a Remus cuando el hombre lobo pasó junto a ellos inclinando respetuosamente la cabeza para recoger las botellas y los vasos que habían dejado tirados los vampiros que tenían prisa por marcharse.

De Pie Contra La Luna || #1Where stories live. Discover now