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"ᴱᶳᵃ ˡᵘᶰᵃ ᶳᵉ ᵛᵉᶤ́ᵃ ᶳᵒˡᶤᵗᵃʳᶤᵃ
ᴾᵒʳᵠᵘᵉ ᵖᵃʳᵉᶜᶤ́ᵃ ᵠᵘᵉ ᵉᶳᵗᵃᵇᵃ ᵈᵉʳʳᵃᵐᵃᶰᵈᵒ ᶳᵘᶳ ᵇʳᶤˡˡᵃᶰᵗᵉᶳ ˡᵃᵍʳᶤᵐᵃᶳ ᵉᶰ ᵉˡ ᶜᶤᵉˡᵒ ᶰᵒᶜᵗᵘʳᶰᵒ"

«《·♫º·•[•♪♪•]•·º♫··♫º·•[•♪♪•]•·º♫·》»

Pasaba la tarde tratando de encontrarte, sabía que muy lejos no podrías estar, pero era incómodo no saber en qué lugar de la casa te encontrabas porque simplemente, en un segundo, me dejaste solo en estas cuatro paredes, sin saber a dónde fuiste, y eso me preocupo.

El ambiente estaba silencioso, tenso con una aura un poco distante y triste, y eso me hizo pensar de que algo pasaba, que algo te había sucedido.
Teniendo una lave idea de dónde podrías estar, subí las escaleras y antes de que tocar la puerta de nuestra habitación, me quedé afuera por si escuchaba algo, y en efecto, un sollozo de tu parte logro hacer que me alarme. Abrí levemente la puerta y allí estabas envuelta en las sábanas tratando de no hacer ruido alguno ante mi repentina presencia.

— ¿Estás bien? —dije de forma suave—. ¿Ocurrió algo, pequeña?

Al entrar a la habitación que solíamos compartir, te encontré acostada y parecía que estuvieras sollozando. Ante mi pregunta, tu reacción fue quedarte unos segundos en silencio pero luego solo hiciste un leve sonido indicando que estabas bien, aunque conociéndote mejor que nadie sabía que eso era una mentira.

Me acerqué a la cama y me senté en la orilla, toque y pose mi mano en tu hombro donde hice una leve presión para hacerte saber que contabas conmigo y que no estabas sola. Suspiraste entrecortadamente y con lentitud te sentaste para observarme. Tus mejillas se encontraban rosadas, al igual que tus labios, que estaban un poco hinchados. Tus párpados estaban de igual modo. Evitabas verme, y entonces una rebelde lágrima se escapó de tu párpado que llamo tanto mi atención.

Esa simple y pequeña gota de agua salada brillaba de forma intensa. Era transparente y su brillo era llamativo, sin mencionar que la luz de la habitación hacia de las suyas y terminaba por iluminarla aún más.
Eras un universo dejando caer sus estrellas en la nada misma, y eso de cierta forma llegó a molestarme e inquietarme un poco.

— ¿Por qué? —dije logrando llamar tu atención—. ¿Por qué estás llorando?

Acaricie tus mejillas de forma lenta, evitando que las lágrimas siguieran cayendo. Tu solo te limitaste a verme por unos segundos, rompiste en llanto y te acurrucarse en mi pecho, apretando con fuerza la tela que me cubria. Y te correspondí, como siempre lo había hecho y como no tenía planeado dejar de hacerlo.

— Entenderé si no estás lista para decirme o si no quieres hacerlo, después de todo, es tu decisión, y la respeto... Es una de las cosas que nos une; el respeto. Me quedaré contigo toda la noche si es necesario, pero mi amado universo. —acaricie tus cabellos haciendo una leve pausa en el medio—. Deja ya de derramar tus hermosas lagrimas, por favor.

Al cabo de unos minutos, tus sollozos habían cesado y eso hizo que te observara con curiosidad, y al dirigir mí vista a tu rostro, aún un poco escondido, pude visualizar una sonrisa rebelde que se asomaba por tus labios, y eso, me hizo sentir mejor.

Porque, para ser sinceros y acercarnos a la realidad, si tu estabas mal yo también lo estaba. No me gustaba esa parte de ti, porque sabía que tenías esa costumbre de desahogarte tu sola, y eso era totalmente molesto para mi.

— Gracias. —dijiste para limpiar aquellas gotas saladas y subir la mirada para encontrarte con la mía—. Eren.

— Siempre —junte nuestras frentes— estaré a tu lado, y eso lo sabes perfectamente. —besé tu nariz y eso hizo sacarte una risa juguetona—. Andando, tenemos cosas que hacer.

Siempre trataba de levantarte el animo, y evitar que pensaras en eso que afligida y molestaba durante un tiempo... Después de todo, y sin importar cuánto tiempo transcurriera, eras mí princesa. Una princesa de la cual estaba orgullo y feliz de haber conocido. Todos tus “pequeños logros”, como solías llamarlos, para mí, eran mucho más que eso, porque era presente de tus progresos... Y amaba verte superar tus miedos.

— Tienes razón. —te levantaste de la cama y me observarte—. Vamos, Eren. —dijiste mientras estirabas tu mano hacia mi persona, con una radiante curva en la comisura de tus labios—.

Tu voz llamándome nuevamente había sido sin duda la sensación más hermosa y única que jamás había sentido. Era sin duda algo que me gustaría escuchar en todo momento, en cualquier situación. Era una necesidad tenerte a mi lado, que sin saber, si había instalado allí en algún lugar de mi corazón, alma y pensamiento.

Dreeblissa || •Eren Jaeger•Where stories live. Discover now