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El suelo estaba frío. Arrastré la alfombra hasta donde estaba sentada para colocarme sobre esta y huir de la sensación helada del piso sobre mi piel.

—¿Por qué hace tanto frío? —Mascullé para mí, cerrando los ojos un instante. Mal día para usar un pantalón corto.

Dejando de lado mis ganas de envolverme en tres cobijas, observé el cartucho en mi mano y lo coloqué en la consola. Al encender la misma sonreí de forma inevitable al ver las imágenes en la pantalla del televisor reflejarse.

Cuando mi tía me dijo que podía revisar las cosas viejas de mi primo –que en paz descanse– y llevarme lo que quisiera, mi mente sólo podía pensar en tomar algunos de sus suéteres y llevármelos aunque me quedasen grandes, con tal de conservar algo que me recordara a él. Y sí, me llevé algunas prendas, pero en una caja vieja y cubierta de polvo encontré lo que decidí declarar como una joya: una consola Nintendo 64, junto con varios juegos. Algunos cartuchos aún conservaban sus etiquetas en perfecto estado, mientras que otros la tenían algo dañada o directamente había sido arrancada por partes.

Había un cartucho en particular que no tenía etiqueta, sólo la palabra "Majora" escrita con rotulador negro. No podía tratarse de otro juego sino era The Legend of Zelda: Majora's Mask, y el pensar en jugar la versión original de dicho juego me emocionó. Ya me había pasado el remake existente para la Nintendo 3DS, pero había un no-se-qué en cuanto a las consolas más antiguas y lo retro en general. Sencillamente no era lo mismo.

Y ahora aquí me encontraba, con el control de la Nintendo 64 en mis manos contemplando la pantalla de inicio del juego.

—¿Qué? —Se escapó de mis labios al ver un archivo de guardado ya existente.

El nombre no era el de mi primo, ni tampoco ningún apodo que él soliese usar –que usualmente era el nombre del protagonista de One Piece–. En el nombre de la partida de guardado se contemplaba "BEN". Sentí mucha curiosidad por saber hasta donde había llegado, y cuando abrí el archivo y recorrí un poco el mapa me llevé una sorpresa. La partida estaba bastante avanzada, si se hubiese seguido jugando un poco más ya estaría más que finalizado el juego.

—Ben... —Leí en voz baja cuando al hablarle uno de los NPC mencionó el nombre en su diálogo. Tal vez se trató de algún amigo de mi primo, o sin más él decidió ponerse ese nombre por una razón que nunca se sabría.

Cualquiera que fuesen sus motivos, en realidad ya no tenía importancia. Borré el archivo de guardado, pues no iba a ser usado nunca más y a lo mejor terminaba ocupando todos los espacios de guardado disponibles para mis propias partidas. Me gustaba re-jugar los videojuegos, en específico los de The Legend of Zelda. Las probabilidades de que este se tratase de una excepción eran muy bajas.

En el fondo sentí una pequeña culpa. Lo más probable es que la partida perteneciese a mi difunto primo, después de todo la consola solía ser suya. Él ya no tenía la oportunidad de volver a jugar a un videojuego.

—Ya qué —Suspiré, tratando de alejar cualquier pensamiento que pudiese ponerme triste. Habían pasado años, pero recordar la pérdida aún traía una sensación amarga a mi pecho.

Me concentré en lo que me interesaba en ese momento: el videojuego. Creé mi propio archivo de guardado, apodándome "Syl" como usualmente hacía, para después dar por iniciada la aventura.

Durante toda mi vida, mi único vicio habían sido los videojuegos. No salgo de fiesta, no bebo alcohol, no fumo y sé ahorrar bien mi dinero. El único gasto que se podría considerar innecesario era lo que invertía en este hobby, de resto no me compro nada que realmente no sienta indispensable o que no se haya convertido en una necesidad. Fueron precisamente ese tipo de actitudes las que dejaron que mis padres me dieran la confianza suficiente y me pagaran una residencia en otro estado. Aunque realmente lo que los hizo acceder fue que me aceptaron en un programa de becas perteneciente a una universidad de aquí. Igual tenían en claro que podía cuidarme sola y sería responsable, además si necesitaba a alguien aquí tenía al menos a mi tía para ver por mí.

Ahogamiento  |  Ben DrownedWhere stories live. Discover now