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Agua.

Había mucha agua.

Apenas estuve consciente empecé a nadar con desesperación para salir a flote. Si seguía allí iba a terminar ahogándome. Tomé una gran bocanada de aire cuando mi cabeza estuvo en la superficie, y después miré alrededor buscando tierra firme.

La tarea fue complicada, pues era de noche y apenas podía ver. Cuando ubiqué la orilla empecé a nadar hacia esta. Mi única guía era lo que parecía ser un poste con una bombilla que apenas producía luz, pero era suficiente para ser vista. Me recosté en la tierra un rato mientras tosía por el agua que había tragado sin querer, aún tratando de procesar qué estaba sucediendo y dónde me encontraba.

Era el mismo lago que había visto en mi sueño y nuevamente la Luna llena se reflejaba en él. Era enorme e hipnótica, tintada de un color amarillento y sin acompañamiento de ninguna estrella. Era la única protagonista en el cielo nocturno. Lo extraño era que aún con el tamaño que tenía la Luna, el sitio estaba sumamente oscuro. Se podía ver el reflejo de dicho astro con mucha claridad en el agua, pero parecía producir luz muy apenas.

¿Estoy soñando?

Escuché el sonido de un cascabel. Era tenue, como si viniese de muy lejos. Traté de seguir el sonido cuando lo escuché repetirse. Avancé poco, pues me detuve al observar a lo lejos que una silueta ajena que se hallaba cerca de la orilla del lago. Parecía estar de espaldas mirando hacia el agua, sin percatarse de mi presencia.

—Despierta, Sylvain —Una voz se hizo presente, no supe de dónde provenía—. Despierta.

Mi vista empezó a nublarse. Aún así, quise acercarme a aquella persona. Traté de correr, pero parecía que cada vez estaba más lejos. Empezaba a desesperarme cuando un destello apareció donde estaba dicha silueta. Se volvió cada vez más grande hasta que terminó cegándome.

—¡Despierta! ¡Despierta!

La luz de mi habitación me recibió, junto con un dolor de cabeza terrible. Abrí mis ojos con dificultad y observé el rostro de Camila frente a mí.

—¡Estás viva! —Lloriqueó, mientras me abrazaba.

Solté un quejido, por alguna razón me dolía todo el cuerpo.

—¿Creo?

—¿Cómo te sientes? —Me preguntó—, ¿Te duele algo?

—La cabeza —Respondí aturdida.

Me ayudó a levantarme, pues estaba en el suelo, y después hizo que me recostara en la cama.

—¿Qué me pasó?

—Estaba muy preocupada. No fuiste ayer, ni hoy a la universidad y no contestabas mis llamadas —Explicó, sentándose en la orilla de la cama junto a mí—. Cuando llegué, la puerta no tenía llave y te encontré aquí desmayada.

Los recuerdos vinieron a mí. Lo último que había hecho era jugar al Majora's Mask, se me había ocurrido no abandonar hasta poder guardar la partida porque quería que ese ente se revelara ante mí. Al parecer fue muy mala idea.

—No desayuné, ni almorcé —Inventé—, tal vez me desmayé por eso.

—¿Y qué hay de este mensaje?

Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón, y después de dar algunos toques en la pantalla me lo enseñó. Era nuestro chat, donde el último mensaje enviado de mi parte era de hoy.

"NECESITO AYUDA, VEN RÁPIDO".

Así, escrito en mayúsculas. Los siguientes mensajes eran de Camila preguntando qué había pasado y si estaba bien.

Ahogamiento  |  Ben DrownedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora