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La pantalla de mi teléfono marcó la hora cuando lo encendí

01:22 A.M.

Y yo no había conseguido pegar un ojo en toda la noche. Estaba empezando a preocuparme, pues tenía que despertar temprano para ir a la universidad y cuando dormía poco me costaba más concentrarme en clases.

Observé a Camila a mi lado, quien seguía durmiendo plácidamente incluso con la boca entreabierta. Tal vez la causa de mi insomnio se trataba del hecho de estar en una casa ajena a la mía, o al menos eso es con lo que trataba de engañarme a mí misma. En el fondo tenía bastante en claro que la causa era totalmente distinta.

No debí traer el cartucho del Majora's Mask conmigo. Tal vez si lo hubiese dejado en casa, justo ahora estaría durmiendo como tronco –al igual que Camila–, en lugar de estar sobrepensando ese asunto nuevamente. Ni siquiera podía entender por qué lo había metido en mi bolso antes de irme, si bien pude haberlo dejado tirado en cualquier lado. Fue un impulso sumamente tonto.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño que estaba afuera en el pasillo. Cuando hice lo que necesitaba, me detuve en medio del pasillo y observé la puerta de la habitación de Anthony, que ahora se hallaba cerrada.

—Hazlo —Un susurro se hizo presente.

Apreté los puños mientras me debatía mentalmente.

—Acabemos con esto —Dije para después poner las manos sobre el pomo de la puerta.

Lo giré con cuidado, e inspeccioné el interior del cuarto con detenimiento antes de pasar. Anthony estaba dormido en su cama todavía, pero esta vez en una posición totalmente diferente. Tal vez él mismo se había parado a cerrar la puerta porque la luz del pasillo no lo dejaba dormir.

Me acerqué a la librería y con cuidado tomé la consola de su lugar. Pero mis intentos por no hacer ruido fueron inútiles cuando cayó al suelo lo que parecía ser una cajita metálica con algunas monedas dentro.

Ya valió mierda.

Me giré hacia Anthony y lo observé removerse en la cama mientras hacía una mueca, pero para mi sorpresa no abrió los ojos y pronto su expresión volvió a relajarse.

—Ya sal de aquí, ¿Qué esperas?

Me alerté al volver a escuchar esa voz, pero no tuve que pensarlo dos veces para salir de la habitación de Anthony e ir hasta la de Camila. Allí lo único que hice fue agarrar el cartucho del Majora's Mask de mi bolso, para después dirigirme directamente hacia la sala.

—No sé qué eres —Empecé a decir, mientras conectaba la consola al televisor de la sala—, ni qué quieres de mí, pero quiero que tengas en claro que no soy el tipo de persona del que te puedas aprovechar.

Escuché su risa, yo parecía estarlo entreteniendo.

—¿En serio? Qué miedo.

—Cuando quiera puedo agarrar el cartucho y deshacerme de él a martillazos —Afirmé, y por un instante obtuve silencio.

—Pues hazlo —Sentí la presencia de alguien detrás de mí, pero no tenía el coraje de voltearme.

Fue entonces cuando decidí encender la consola. Quería contestar algo, pues esta era la única oportunidad de conversar con ese ente que se me había presentado hasta ahora. También era la única vez que lo había sentido así de presente en la habitación. Sin embargo, dicha presencia era intimidante. Sentía unas ganas enormes de salir corriendo, despertar a Camila y contarle cada cosa que había estado pasándome en los últimos días.

Y aún así no lo hice.

—Ben —Leí el nombre del archivo de guardado, y la idea vino a mí como una revelación—, así es como te llamas, ¿Cierto?

Ahogamiento  |  Ben DrownedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora