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Ivan tocó la puerta y la abrió lentamente, encontrándose la imagen de su hermano acostado mirando hacia la pared.

—¿Ro?

—¿Qué?

Respondió cortante y con enojo.

—¿Podemos hablar?

—¿De qué? Ya está Ivan, no tenemos porque hablar.

—Pero-

—¿Mamá no te dijo? No hace falta hablar ya, no voy a hacerte más la vida imposible.

—¿Decis por lo de la abuela?

—¿Mamá ya te dijo?

—Si, ya hablé de eso con mamá, dijo que al final no te ibas.—Rodrigo se levantó y lo miró sorprendido.

—¿En serio?

Ivan asintió con una sonrisa al ver los ojos iluminados de Rodri.
Lentamente, se acercó a la cama del castaño y se sentó a su lado, obviamente con una distancia prudencial.

—¿Y qué dijo?

—Que no te ibas a ir, pero que a cambio no ibas a poder estar cerca mio.

Sus ojos decallaron ante lo dicho.

—¿O sea que no hay más bromas?—Ivan negó cabizbajo.

—Lamentablemente no, pero yo creo que a mamá se le va a pasar cuando me cure y todo va a volver como antes.

—Ivan.—Este hizo un sonido como afirmación.—Yo... bueno, no me gustaría seguir peleando por pelotudeces con vos.

El alto lo miró con una pequeña sonrisa y rió.

—¿A que te referis, Ro?

—Bueno yo...—Mordió su labio con nerviosismo y miró a su hermano.—Que yo...

—Dale pelotudo, decilo rápido, tengo hambre, la comida del médico era lamentable.

—¡Bueno che, aguanta acomodo las ideas!—Suspiró y siguió.—Quiero que seamos amigos, o sea, llevarnos bien.

—¿Y?—Sonrió con maldad, haciendo enojar al castaño.

—Y disculparme por todo lo que te hice, incluido eso—Señaló la rodilla del otro.

—Tranqui enano, te perdono—Acarició el pelo de su hermano.—Igual yo también te pido perdón por todas las maldades que te hice. Recién me acabo de enterar que vos siempre me quisiste y que te preocupabas por mi—Rodrigo se sonrojo.

—¿Quién dijo eso?

—¿Y quién más? Papá.

—Ese viejo—Murmuró enojado.

—Igual, che—Lo miró—Gracias por siempre preocuparte por mi, enano.

—De nada, Iv. Gracias a vos por siempre cuidarme.

—¿Hermanos?—Ivan le puso el puño, el cual Rodrigo miró por unos segundos con el ceño fruncido, para luego mirarlo con una sonrisa sin aceptar el puño, él prefirió abalanzarse sobre el alto para darle un fuerte abrazo.

—Hermanos—Dijo sonriendo.

Ivan aquel abrazo no se lo esperó, pero igualmente lo aceptó y estrechó entre sus brazos al bajo.

—Rodri.

—¿Qué?

—Perdón por cagar el momento, pero mi rodilla, boludo.

—Uy perdón.

Los dos se separaron entre risas.

—Iv, una última cosa.

—¿Qué?

—¿Podemos no dejar la tradición de las bromas? Perderíamos el toque de ser hermanos.—Ivan rió y palmeo su espalda.

—Dale, que las bromas nunca falten.

Los dos se quedaron riendo para luego cada uno acostarse en su cama y seguir hablando.

(• • •)

—¿Viste Lore? Era solo darles un empujón.

—No puedo creer que Ivan tuvo que lastimarse para que se amigaran—Suspiró aliviada.

—Las mejores amistades empiezan de la manera más inesperada.

—Cómo digas, amor. Me pegó un buen susto, pero creo que fue lo mejor para los dos, ¿no?

—Si, ahora sabemos que pueden odiarse y todo eso, pero de que se van a cuidar y apoyar, lo van a hacer.

Ambos papás se miraron con amor y fueron abajo para darle espacio a los hermanos.

—¿Pensas que de grandes van a seguir siendo amigos?—Jorge la miró y alzó los hombros.

—Seeh.—Y sin más prendió la tele para ver el superclásico Boca vs. River.

—¿Ya vas a ver el partido?

—Juega Boca, mi amor.

—Ay no puede ser—Se levantó a buscar su celular para ella pavear en Instagram.

(• • •)

Con el tiempo pasando, Ivan y Rodrigo se hicieron buenos amigos y hermanos. Siempre se cuidaban y se apoyaban aunque, bueno, siempre estaban las discusiones que terminaban en bromas de mal gusto o insultos hirientes, pero al fin y al cabo se terminaban amigando y jugando juntos a la play, porque sabían que ambos se necesitaban y sin él otro no eran nada, que siempre se reirían con el otro o siempre se escucharían cuando estuvieran mal.

Eran hermanos, y aunque no eran de sangre, se querían como si lo fueran, porque Ivan siempre lo protegería y lo cuidaría y Rodrigo siempre lo apoyaría y escucharía.

Ambos hermanos, Rodrigo Carrera e Ivan Buhajeruk se complementaban como buenos amigos y hermanos.

Y aunque uno tuvo que romperse la rodilla para darse cuenta, ahora lo cuentan como la mejor anécdota que tienen entre ellos, porque eso los unió.

(• • •)

—¡Dale Rodrigo, vamos tarde!—Gritó Ivan desde abajo.

—¡Ya voy!—El otro bajaba corriendo las escaleras.

—Ojalá se parta la rodilla—Dijo riendo y recibió un golpe en el hombro por parte de su grupo de amigos.

Ah, no lo había contado, pero Rodrigo había sido integrado al grupo de Ivan, y ahora, después de tantos años, Rodrigo tenía un grupo de amigos y un mejor amigo, Tomás.

Aunque nadie igualaba a Ivan.

—No le digas eso, che—Le dijo Tomas mientras escuchaba reír a los otros dos.

—Ya estoy, ¿vamos?

Los cinco chicos salieron hablando y riendo de la casa de los hermanos, caminando por las calidad calles de Buenos Aires y siendo acompañados por el sol que salía para dar inicio a un nuevo día en sus vidas.

—¡Caminá más rápido, hermanito!—Se llegó a escuchar en el barrio.

Poco a poco, ese apodo se hizo parte de la vida de ambos chicos.

—¡Espérame loco, tengo las patas cortas!—Todos rieron y siguieron su camino.

FIN

Gente, Se Me Salio La Rodilla De Lugar (Rodrivan)Where stories live. Discover now