Itirus/Sukius

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Las gotas impactaban con mucha rapidez, deslizándose por el vidrio mojado hasta terminar su carrera. El día estaba de climas grises, había una enorme lluvia que no tomaba ninguna pausa, el agua hacía de las suyas, creando ese ambiente frío y pacífico, siendo para algunas personas, un día agradable.

Su habitación estaba a oscuras, el joven Otonami cerraba sus ojos entre la comodidad de las calientes mantas que lo protegían del frío. Eran órdenes, el joven había sufrido un fuerte golpe durante una clase, una espíritu maldito le brindó tal paliza que ni siquiera recuerda que pasó, cuando cobró la memoria le habían diagnosticado unas costillas rotas y un fuerte golpe en la cabeza. Se había espantado al principio, pero su buen ánimo lo enmendó tomándolo con un buen sabor de boca, sabía que del dolor podía aprender mejor.

Sus amigos deberían estar ahora mismo descansando igualmente, era sábado, pero Cius estaba obligado a descansar por lo menos seis semanas más. El maestro Satoru fue muy claro en sus palabras. "Pero mírate, si estás hecho un asco, te quedas en cama y sin peros." Lo recordó, volviendo a ver a Satoru levantando su dedo en su modo "serio" y mandón. Una imagen paterna muy especial.

Pero ni siquiera reprochó esas ordenes. Ahora los cabellos de Otonami se dejaban caer sobre la almohada, estaba en cama, disfrutando del tranquilizante sonido del agua impactar contra el vidrio del ventanal. El horario era un poco tarde, pero aún así el día gris no dejaba de dar su luz a través de las nubes que cubrían por completo el cielo, dando esa fuerte claridad, pero en su habitación creaba un suave contraste, amaba dormir, es más, Cius tenía el sueño demasiado pesado, pero mientras que podría ser una cómoda tarde de siesta, su cuerpo estaba tenso y un poco inquieto. Quería dormir, pero un diminuto dolor comenzó a hacerse presente en la parte de su abdomen y pecho, estaba pasando de nuevo, sus heridas no lo dejaban en paz y el dolor volvió a su cuerpo, sabía que una fractura era complicada y tardía en sanar. Cius suspiró por ello, temblando su labio inferior, ni siquiera quería moverse, solo le quedaba esperar a que el dolor cesara.

A pesar de estar cubierto por las sábanas, sentía un frío muy quebrante por toda su piel, su cuerpo estaba en posición fetal en un intento de entrar en calor, pero aún así su helada temperatura lo obligaba a retorcerse. 

Una fría soledad bajo la serena lluvia.

Pero sus acciones y pensamientos fueron obligados a callar cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse muy despacio, como si quien estaba del otro lado no quisiese que lo escucharan. Cius no se movió, se hizo el dormido y solo podía escuchar la puerta cerrar, presenciando cautelosas pisadas dirigirse a su posición. La presión de la cama aumentó por un segundo peso acomodarse, las sábanas que lo cubrían se elevaron para darle el paso a la nueva persona que se estaba acostado justo a su lado. Unas fuertes manos lo abrazaron con el mayor cuidado posible, procurando no lastimar, ni siquiera rasgar su pálida piel, las intenciones de su nuevo acompañante eran demasiado honestas y muy puras, reconociendo a la perfección ese precioso aroma de sensaciones dulces. Sentía que sus narices estaban a centímetros por el aire nasal que su intruso expulsaba, despertando un sentimiento que comenzaba a cosquillear en su estómago.

Cius abrió un poco sus párpados, pero cauteloso al no ser atrapado, logrando por su escasa visión confirmar sus claras y obvias sospechas. Itadori estaba acostado a su lado, abrazando con mucho cuidado con la obvia intención de no causar ningún dolor o molestia, estaba con sus ojos cerrados, comenzando a dormir para hacerle compañía a su albino, pero no contaba que este lo había descubierto antes de tiempo. Sin pensarlo, Cius lo besó, un tierno beso que provocó los lindos gestos infantiles de Itadori. —¿Estabas despierto? — Yuji susurró sorprendido, pero cariñoso ante el último gesto.

Sus respiraciones compartían del espacio y se mezclaban con armonía. Cius le respondió con iguales susurros. —No puedo dormir… — sus párpados pálidos suplicaban por el desgastante insomnio, cosa que lo estresaba, pero lo mantenía con su alegría.

Itirus Shorts... Y SukiusWhere stories live. Discover now