63. Daren.

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Ver a Deva tan contenta me hacía feliz, ni en mis mejores sueños hubiese imaginado acabar así. Lo que empezó siendo una pelea con Alec por lo que estaba mal al conquistar una chica acabó en una cabaña en las Maldivas, los tres. No hizo falta hablar nada entre nosotros, los tres encajábamos bien y no pensábamos dar ninguna explicación a nadie.

Me senté en la cama mientras Deva sacaba todos los bikinis y Alec elegía el que se pondría en aquel momento.

— Ese no, Alec... — Me reí.

— Pero es bonito.

Al final ella accedió y se lo puso allí mismo, las curvas de Deva me hacían perder la cabeza.

— ¿Crees que puedo hacer topless aquí?

— Rotundamente no. — Contestó por supuesto Alec.

— No he visto a nadie en las cabañas de alrededor. — Se quejó ella.

— Eso es porque las he alquilado también, — me levanté de la cama. — no creerás que iba a dejar que extraños escuchasen a mi novia chillar, ¿verdad? Ven aquí.

Deva se acercó despacio y me agaché un poco para besarla.

— Este bikini me está volviendo loco.

Sus pezones se marcaban bajo la fina tela y pellizqué uno haciéndola gemir. Bajé mis manos a la altura de sus piernas y la cogí enrollando sus piernas a mi cintura.

— ¿Qué voy a hacer contigo?

— Lo que quieras. — Me contestó ella.

Y así era, en la cama ella se dejaba llevar y fuera nos tenía comiendo de su mano. Me deshice de su bikini tan rápido como pude y bajé mi boca para probarla. Tanteé su entrada con un par de dedos mientras ella estaba ocupada con Alec. Dejé caer saliva entre mis dedos haciendo que resbalase por el culo y colé un dedo en su otro agujero. Se movió un poco, pero no se quejó, tenía la boca demasiado ocupada para hacerlo. Empecé a mover mis dedos en los dos agujeros mientras mi lengua succionaba su clítoris. Noté que se iba a correr cuando empezó a apretar mis dedos cada vez más.

— No pares... — Me pidió.

Le di a mi chica lo que buscaba mientras Alec gruñía saliendo de su boca, si no paraba él también se iba a correr. Desde la cabaña se podían escuchar las olas del mar, eso y los gemidos de Deva. Aquel era mi paraíso personal. La cogí llevándola a la pequeña terraza privada que teníamos y me senté en el sofá con ella encima entrando en ella. Alec tiró un par de condones en el sofá y se agachó tocando la entrada trasera.

— ¿Quieres sentirnos a los dos? — Preguntó Alec y ella asintió mientras me besaba.

Alec lubricó la zona mientras ella seguía gemiendo sobre mí, Deva era una diosa empoderada incluso siendo sumisa en la cama. Noté presión cuando Alec coló varios dedos en ella y se quedó quieta. Aquella no era la primera vez que Deva probaba algo así, pero algo me decía que nunca había tenido a dos hombres dentro a la vez y eso lo íbamos a cambiar allí mismo.
Alec se puso el condón con una mano mientras sus dedos se movían dentro de ella. Se agachó con mucho cuidado subiéndose al sofá colocándose detrás de ella y ella se acomodó más para darle más acceso. Sus pechos estaban sobre mí, mis manos rodeando su cintura mientras Alec entraba en ella con cuidado tirando de su pelo.

Se quejó y chilló, pero también gimió y no pidió parar en ningún momento, sabía que con pedir parar una vez los dos lo haríamos sin dudar. Alec empezó a moverse mientras ella cerraba los ojos, la presión era demasiada y me enfoqué en mi respiración, Deva era demasiado.

Nuestras respiraciones agitadas, el sonido de sus gemidos, la presión que había entrando los dos en ella... Me corrí primero bombeando mientras ella estaba a punto, la saqué a tiempo mientras Alec se deshacía y sudaba. Deva se dejó caer sobre mí mientras Alec se corría también y en aquel sandwich humano pude encontrar mi felicidad completa.

Alec se la llevó a la ducha mientras yo me recuperaba de aquello y me uní a ellos más tarde mientras se hacían caricias debajo del chorro flotante. Nos besamos mucho y nos enjabonamos hasta que nuestros dedos se empezaron a arrugar.

— ¿A qué hora ha dicho aquel hombre que cerraba el restaurante? — Preguntó Deva.

— No lo sé, princesa, no le estaba escuchando. — Hizo una mueca.

— Yo tampoco. — Contestó Alec desde la habitación.

Deva se enrolló una toalla y caminó hasta el teléfono llamando a recepción.

— Si nos damos prisa llegamos a cenar. — Nos dijo.

— Vale, pero esta vez me toca elegir vestido, Alec ha elegido el bikini.

Ella se rió enseñándome los modelitos que se había traído y elegí un vestido largo rojo con la espalda al aire. Caminamos hasta el restaurante y nos sentamos mientras Deva sacaba fotos a todo para mandárselas a sus amigas.

— Nos ha tocado la lotería. — Me dijo Alec por lo bajo.

— Ya lo creo.

Deva miró la carta de comida ilusionada y por la forma que arrugaba su nariz no sabía qué pedirse. A mí se me había quitado el hambre, lo que se movía en mi tripa no era la falta de comida. Sabía que Alec se sentía exactamente igual que yo por cómo la miraba y cómo se había relajado con ella. Pedimos la comida y dejamos que ella organizase las actividades del día siguiente.

Al día siguiente nos despertó con café recién hecho que había ido a buscar y aunque a Alec no le hizo ninguna gracia que se marchase sola a por ello no dijo nada y yo tampoco. Los dos nos tomamos el café con una sonrisa mientras ella se subía a la cama emocionada por ir a bucear y ver los peces.

Después del café nos bañamos en el mar bajando las escaleritas de la cabaña, Alec le quitó la parte de abajo del bikini y yo me senté en el último escalón. Deva estiró la mano para alcanzarme y yo bajé mi bañador facilitándole lo que quería hacer.

— Eso es, — habló Alec mientras se metía en ella. — enséñale a Daren lo mucho que te gusta cuando le tienes en la boca. Agárrate a la barandilla y no muevas las manos.

No puedo escapar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora