CAPÍTULO 11

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Rosalie soltó un largo suspiro al volver a su viejo vecindario, teniendo leves ganas de llorar

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Rosalie soltó un largo suspiro al volver a su viejo vecindario, teniendo leves ganas de llorar. Las calles y las casas seguían iguales, pero ella las veía tan diferentes a la vez. Desde que su madre vendió la casa, Rosie sentía que ya no pertenecía a ese lugar. 

El taxi se detuvo frente a la casa de Dominic, y él le pagó antes de bajar. Él se apresuró a abrir la puerta de Rosalie, pero ella demoró en reaccionar. No se sentía lista para salir del vehículo. 

Rosie bajó a paso lento, sintiendo sus piernas flanquear al ver su antiguo hogar. Los nuevos dueños habían pintado la casa de anaranjado, y cambiaron la antigua puerta que Frances se negaba a limpiar. Finalmente habían lavado las ventanas, y el jardín ya no estaba seco. Casi parecía una vivienda completamente diferente a la que dejó un mes atrás. 

Rosalie permaneció sobre la acera, sin quitar la vista de la casa. Notó que una niña salía con una bicicleta rosada, y su padre caminaba tras ella. El hombre se detuvo en seco cuando la vio, haciendo una mueca de asombro. Él palideció, como si hubiera visto un fantasma. 

Rosie retrocedió un poco, sintiendo que el rostro de aquel hombre se le hacía conocido, pero no recordaba de dónde. Empezó a inquietarse por la forma en que la miraba, y se aclaró la garganta. Aunque estaban a más de diez metros de distancia, él la ponía incómoda. 

El hombre volvió a la realidad cuando su hija se cayó de la bicicleta, y comenzó a llamarlo entre llantos. Él se acercó a levantarla, todavía nervioso. 

Dominic abrazó a Rosalie por la espalda, besando su mejilla. 

—¿Te sientes bien? —consultó en su oído—. Estás pálida. 

—Tu vecino me está mirando raro. —Ella respondió bajo—. Me pone nerviosa. 

Dominic la soltó de golpe, avanzando. Rosalie lo vio caminar, y se apresuró a tomarlo por la muñeca. No quería que él se pelease con un desconocido. 

—Nick, mejor entremos. —pidió, jalándolo—. Tu madre nos espera. 

—Rosie, si él te estaba molestando...

—Yo estoy bien. —repuso firme, viéndolo a los ojos—. Vayamos a tu casa, por favor. 

Rosalie entrelazó sus dedos con los de él, jalándolo con suavidad. Él rodó los ojos, siguiéndola. Ya tendría tiempo de conocer a su nuevo vecino, y asegurarse que no intentaría lastimar a Rosie. 

Rebecca abrió la puerta, sonriendo al verlos. Los invitó a pasar, creyendo que demoraron más de lo que imaginó. 

Rosie ingresó despacio, teniendo malos recuerdos de la última vez que estuvo ahí. Fue la vez que los padres de Dominic descubrieron que se quedó a dormir, y Frances terminó sacándola a rastras. Y, aunque ellos ni siquiera eran pareja en ese momento, todos la trataron como si fuera una cualquiera. Nick fue el único que la defendió. 

Distancia InesperadaWhere stories live. Discover now