01화 : Lost in Winter

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El piano guía sus movimientos. La sofocación de su esfuerzo lo envuelve en una bruma aburrida; sus pies duelen, pero igual sigue el compás que su instructor le marca. Un, dos, tres. Un, dos, tres. Un, dos, tres. Ama la música, claro que sí, pero hasta él sabe que es una estupidez. Rueda los ojos mientras marca cada uno de los pasos que son pedidos; no lo odia, se siente fastidiado por la atmósfera. Por un instante, hasta prefiere estar con las cabeceras del pueblo en sus clases para omegas; y eso ya es decir mucho.

—Hay belleza en la sincronización —lo escucha decir marcando el ritmo con tan solo la punta del pie. —Hazte uno con el piano, siente como-

—No entiendo por qué tenemos que hacer esto —interrumpe al omega adulto con sus quejas. —Prometo que conozco las coreografías —fue instruido para ello durante toda su vida.

—Nunca es suficiente, príncipe. ¿La boda de su hermano le parece nada? —se muerde la lengua para evitar asentir con un insulto. —Es una noche especial, habrá príncipes de los cinco reinos. Todos están emocionados por la alianza, es una noche de plena celebración.

—Yo diría que de pleno encarcelamiento —murmura por lo bajo.

—¿Cómo dice? —en verdad que no entendió sus palabras, el omega le regala una dulce sonrisa.

—Que estoy sediento —ni siquiera el invierno es benevolente en ese lado del castillo. —¿Hay posibilidad de que vaya por brisa fresca?

El omega mayor suspira decepcionado, al joven príncipe no podría importarle menos. —Bien, pero un último repaso y tendrás ese descanso.

Jungkook no piensa debatir. Pronto marca su postura inicial; hay una beta tras el piano, reinicia la pieza y él sigue los pasos que sabe de memoria. Un, dos, tres y giro. Un, dos, tres y reverencia. Un, dos, tres y se balancea a los costados; un, dos, tres y otro giro. Cada coreografía era idéntica, así lo sentía. Decide no quejarse hasta terminar, recibe una sonrisa aprobatoria. Supone que lo hizo bien.

—Ve por agua y aire fresco, regresa en diez minutos —Jungkook asiente huyendo a la puerta de salida, no piensa volver. Ni que fuera idiota.

La boda de Seokjin sería dentro de un mes, es evidente que tiene prisa. Decidió no discutirlo con su hermano, pensó que no le afectaba hasta que se vio en la tarea (tediosa) de organizar la boda junto con el servicio del castillo; pues el heredero está ocupado y necesitan su opinión para uno que otro detalle. Jungkook admite que no odia del todo elegir flores o darles su más sincera opinión; sin embargo, dista de su idea a un tranquilo invierno. Así que, lo último que necesita es pasar horas en una habitación ardiendo como un horno para repasar pasos que sabe bien. Aparte, ¿con quién va a bailar? En el pasado, solía hacerlo con Heechan o su padre para abrir los bailes Reales; sin embargo, no le queda nadie con quien compartir esos eventos. Supone que se verá obligado a hacerlo con algún príncipe de otro reino; sus opciones son reducidas, ninguna le importa. Nunca fue muy sociable con otros príncipes.

Consigue escabullirse por la puerta trasera del castillo; una o dos cocineras lo cuestionan con la mirada, más curiosas que juiciosas. Jungkook les pide con un gesto que lo cubran por si acaso, ellas fingen no haberlo visto. Al ser el menor de tres príncipes, apenas y solían notar su presencia; mientras Jeon Heechan salía con su padre a estudiar el reino; Seokjin tenías las molestas clases para omegas. Él era demasiado joven para tener responsabilidades, ahora no hay nadie que vaya a pedírselo; sabe que Seokjin no lo hará y su madre está demasiado enferma reposando todo el día en cama como para siquiera saberlo. ¿Es libre? ¿O está solo? Lo disfruta igual.

Atraviesa un frondoso jardín de camelias cubiertas de nieve; después de horas encerrado en el salón vaporoso, la helada brisa que quema sus mejillas le sabe a libertad. Las nubes acompañan su camino hacia ningún lado, con frecuencia, Jungkook corre sin rumbo. No le asusta el futuro, finge no estar atado al castillo a sus espaldas cuando recorre el extenso campo. Es veloz, en parte porque teme ser descubierto por su instructor; también porque sus pies suelen tener más voluntad de la que él mismo tiene. No corta su paso hasta sentir una oleada de testosterona; así reconoce cuánto se alejó. Atrás de los invernaderos, más allá del bello jardín y cercano al bosque, hay una multitud de alfas corriendo de extremo a extremo, en duelo frente a frente y practicando con espadas. La futura guardia entrena. Por instantes, Jungkook siente náuseas de la violencia en sus movimientos, lo hostil en su aroma; sin embargo, todo repele se esfuma cuando distingue a un alfa rubio en medio del caótico llano.

Golden Cages: La Fábula del Soldado, El Poeta y El ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora