27화 : Cherry Blossom [1/2]

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El día del Festival llegó al fin. Para el Sureste era la primera festividad del año; listones de colores colgaban de lado a lado en la calle, encendían lámparas de papel rumbo al atardecer y este año, las pinturas y los murales guiaban el camino al castillo donde un enorme monumento de la Luna Menguante reposaba tapizado de flores. También, una noche atrás, los puestos de artesanías y postres habían sido colocados desde el Mercado hasta la puerta del castillo; las vasijas, accesorios y mantas pintadas eran una decoración no planeada en su atracción a disfrutar el mes del cerezo, la primavera.

Usualmente, los aldeanos podían disfrutar haciendo compras y trueques, sin contar que tenían itinerario. Por la mañana, conjuntos de música tradicional resonaban en la plazuela del pueblo; para el mediodía, actividades recreativas que se desplegan a lo largo del trayecto, este año el príncipe decidió centrarlo en la diversión de las infancias con juegos para compartir con sus padres; en la noche, se reunen en el castillo para un baile social y fuegos artificiales. Todo en un ordenado caos de flores, música y comida deliciosa.

Debido a la concentración de invitados para este año, el alboroto se escucha fuera desde temprano. Aunque, por fortuna para un joven príncipe y su fiel guardia, ese ya no es su problema; ahora es turno del Rey Kim supervisar que todo marche acorde a lo planeado. Razón por la cual, alfa y omega despiertan cerca del mediodía gracias a la algarabía que hace eco hasta el castillo.

—¿Qué hora es? —murmura el príncipe revolviéndose entre las mantas.

—El sol está por llegar a su punto más alto —lo escucha gruñir; por un instante, disfruta de su pasibilidad, hasta recordar que pasó aquí la noche. —Jungkook.

—¿Mhm?

—Dormí aquí —se talla los ojos intentando desperezar, el otro aún no está tan al tanto.

—Lo sé —le da la espalda para continuar descansando. —Sueles irte en la madrugada —lo sabía—, pero tuviste una pesadilla anoche y no quisiste moverte.

Claro, ¿cómo pudo olvidarlo? Los recuerdos amargos pronto refrescan su memoria. —A la próxima, debes echarme. ¿Entendido? —pese a lo cercano de su relación, más allá de estar saliendo, no es correcto para él dormir juntos.

—Sabes que no lo haré.

Taehyung suspira, resignado. Sí, lo sabe. —Debo irme —a su pesar se deshace de las sábanas con agradable aroma a fresa para marcharse. —Tengo revisión de perímetro.

—¿No entrabas de relevo hasta en la noche? —se queja regresándole la mirada por encima de su hombro, floja y decaída.

—Kyu recibió a la guardia del Reino Este, pero los del Sur no deben tardar en llegar y me pidió guiarlos —peina con sus dedos las alborotadas hebras rubias. —La labor es extenuante antes de que entre a servicio por mi cuenta.

Jungkook le sonríe entonces, bajo y somnoliento. —Entonces... Supongo que te veré por ahí.

—Por supuesto —pronto está de pie listo para ir a su habitación y cambiarse con el uniforme. —Su escolta deberá estar ya disponible para usted, por si desea ir al pueblo a disfrutar del festival.

—¿Tan rápido entras en papel? —le observa entre divertido y enfurruñado, el otro no hace más que sonreír de labios sellados. —Me habría gustado que fueras mi escolta por hoy.

—A mí también —confiesa, aunque habían hablado al respecto y Taehyung era más necesario supervisando. Al ser tan cercano al Líder Kyu, confiaba en él para organizar a sus guardias; no podía una sola persona tenerlo todo en control. —Nos vemos al rato.

—Cuídate —es lo último que escucha decir antes de abandonar la habitación.

Tras la partida de Taehyung, Jungkook no soportó demasiado en la cama. A su gran pesar, abandonó la comodidad para alistarse; la tortura no empezó inmediato, pues no se vio en la necesidad de utilizar el ajustado ropaje cuidadosamente confeccionado por su sastre, ese era para el baile nocturno. Por ahora, podía limitarse a utilizar uno de los trajes que se apilan en su armario; no los adora, pero está acostumbrado. Entonces, abandona la habitación con un traje que componía pantalones verdes y una camisa de satín violeta; lleva el mal humor expreso en su lento caminar que busca no empezar el día. Sin embargo, una vez llega al recibidor encuentra personal del castillo yendo y viniendo por todos lados. Decide saltarse el almuerzo; por experiencia propia, presentarse ante un tumulto de personas con el estomago lleno nunca es bueno, las nauseas son parte de la rutina. Prefiere sentirse liviano al sonreír a los guardias que reverencian frente a él una vez aparece; la asfixia arribándole una vez pone un pie fuera y cuatro guardias le siguen el paso, es su escolta.

Golden Cages: La Fábula del Soldado, El Poeta y El ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora