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Unos días después.

La Emperatriz vino a la mansión de la familia Addis.

── Su Majestad, entremos y tomemos una taza de té.

Chloe saludó cortésmente a la Emperatriz. De momento era la Maestra de la mansión.

Desde que el Duque Alexander Addis había ido de nuevo a la Niebla Negra.

La Emperatriz también lo sabía, por eso había venido.

── Kanna, ¿dónde está ella?

Suspiró pesadamente.

La mujer ya no podía soportar el dolor, además, para entonces la enfermedad también había afectado a su sistema circulatorio.

Chloe, que parecía una niña de diez años, se quedó atónita, pero ocultó sus emociones.

── La llevaré con ella, Su Majestad.

Chloe tomó la delantera y condujo a la Emperatriz directamente a la habitación de Kanna.

¡BAM!

La Emperatriz traqueteó, sin pudor, abriendo de golpe la puerta de la habitación de Kanna.

── Déjanos, Duquesa Addis.

-── Sí, Majestad.

THACK.

Ahora que Chloe había cerrado la puerta, pasó directamente al tema principal de su visita.

── Kanna.

La Emperatriz tenía ojos que decían que de ninguna manera dejarían ir a la joven si la atrapaban.

En ese momento, la expresión de su rostro parecía la de un diablo indignado.

Pero...

── Por fin has venido, Su Majestad.

CLICK, CLICK-

Ella está aquí.

«Estoy de suerte.»

Kanna, con aspecto muy enfermizo, se levantó de la cama.
Su piel era tan pálida que parecía muy poco saludable.

Sin embargo, el dolor no era importante para la joven.

¡La Emperatriz llevaba días a punto de morir!

Sentía un dolor tan salvaje que estaba dispuesta a destrozarlo todo a su alrededor.

Y ahora, en este momento, ¡incluso mientras respiraba!

Dolor. Dolor. Dolor.

¡Es sólo dolor!

Al principio, la Emperatriz pensó en golpear las mejillas de Kanna. Luego iba a hacer uso de su poder par que le diera la medicina…...

Pero Kanna empezó primero, desorientando así a la Emperatriz.

── ¡......!

Kanna, levantándose de la cama, cogió un pequeño frasco de la mesilla de noche y lo abrió.

La Emperatriz no tenía ni idea de que Kanna lo haría.

A continuación, ofreció a la Emperatriz un trago de la medicina.

── Ah.

El efecto del medicamento fue, sorprendentemente, instantáneo.

El terrible dolor que parecía sofocar a la mujer desapareció en un instante.

── ¡Aaah!

Pero el dolor remitió sólo durante un rato.

Se podría decir que sólo por un momento, por un pequeño momento.

La Usurpadora |Book 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora