48 ☪

2.8K 235 5
                                    

En ese momento se oyó un ruido al otro lado de la puerta.

── La Duquesa Valentino había desaparecido.

── ¿Cómo demonios ha ocurrido?

── No lo sé. La señora me echó algo y me quedé dormido.

Ah, eso... Parece que el plan se vino abajo.

Se oía el ajetreo de los caballeros e iban en su busca.

Cuando se oyó el ruido de pasos que se retiraban, se hizo un sorprendente silencio en la sala.

── En otras palabras.

Cálmate. Kanna.

Dicen que si entras en la guarida del tigre, puedes sobrevivir tomando el control de la situación.

Tranquila, tranquila.

── En otras palabras… Me pareció que el trabajo del Duque era demasiado pesado y no podía dormir.

¡No, eso no!

── Para aliviar tu carga. El sueño es un aspecto muy importante de nuestras vidas.

Que absurdo. No importa lo que dijera, a estas alturas sus palabras no eran más que una excusa.

Kanna quería morir.

Pero Sylvain la escuchaba en silencio.

Con cara muy seria.

── ¿Era eso?

Entonces, mientras asentía, impresionada por su propia preocupación, un escalofrío recorrió el cuerpo de Kanna.

Una sonrisa se dibuja en el rostro de Sylvain Valentino, incluso ante esa respuesta.

Al hombre que había realizado el ataque le sonrió amablemente, como un caballero educado.

Una inusual franqueza se apoderó lentamente de la garganta de Kanna.

── Señorita Kanna.

Sylvien agarró entonces la muñeca de Kanna.

La mano era suave pero fuerte como el hierro.

Estaba tan asustada que, por reflejo, intentó resistirse, pero su mano ni siquiera se movió.

── Una cosa más. Señorita Kanna.

Le quitó el frasco de perfume de las manos.

Con una aguda mirada a la chica, le roció un poco en la cara.

Psh, psh.

── Eso es bastante divertido.

Este maldito bastardo…...

El resultado no tardó en imponerse.

Inmediatamente me entró sueño y mi mente se quedó en blanco.

El fármaco es eficaz, pero ¿por qué no funciona en él...

── Bastardo…

Intentó hablar lo mejor que pudo, pero su discurso se detuvo ahí.

Sus rodillas se doblaron y su cuerpo empezó a caer lentamente. Unas manos fuertes agarraron a Kanna.

Equivocada o no, oyó una risa borrosa.

Entonces, la conciencia la abandonó.


· · ─────── ·𖥸· ─────── · ·

«Soy genial.»

Mientras tanto, Chloe, la dueña de la Mansión de Addis, sentía una increíble sensación de alegría y placer.

La Usurpadora |Book 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora