Capítulo 5

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—¿Escuchaste lo que dije? —le pregunté por tercera vez.

Rhett estaba reservando la habitación y no me prestaba atención en lo absoluto por coquetearle a la chica de la recepción.

—Más o menos —titubeó.

—Luego de esto no nos volveremos a ver. ¿Entendido? —enfaticé cada palabra.

—Ya te dije que soy de polvos esporádicos. Así que no hay problema —respondió él bastante seguro.

Entramos a la habitación de ese modesto motel, con paredes color mostaza muy desgastado y un suelo revestido de baldosas plásticas color café muy ruidosas y en mal estado.

La cama de dos plazas estaba ubicada a la derecha de la habitación, contra la pared. A la izquierda estaba la mesita de luz y frente a la cama la puerta hacia el baño.

En ese lugar casi lúgubre iba a perder la virginidad. Pero no me importaba. No quería un lugar romántico ni nada idealizado. Eso era un trámite para mí.

—¿Estás segura de esto? —me preguntó Rhett a mis espaldas, cerrando la puerta de la habitación.

Pude notar un atisbo de duda y miedo en su tono, como si estuviera...

—Yo sí. Pero veo que tú no —sentencié con molestia.

Rhett soltó una pequeña risa casi sarcástica. Digo «casi» porque me percaté de sus nervios ante mí tono.

—No seré yo el que tenga su primera vez —me recordó con sorna. Puse los ojos en blanco—. Vamos, preciosa. Relájate. Si vas a estar con ese humor será difícil pasarlo bien —me aconsejó, acercándose a mí y acariciando mis hombros.

Cuando me tocó, un escalofrío extraño me recorrió la espalda. No sé si era un escalofrío placentero o no, estaba muy aturdida.

—Esto es sólo un trámite para mí —le aclaré.

—No deberías ser tan fría. La «primera vez» solo se repite una vez, por eso es especial casi para cualquier mujer. ¿De verdad estás...?

—Basta. Si no quieres asumir el compromiso, dímelo ya mismo y me largo —le corté con furia, girándome hacía él.

Rhett alzó las manos en alto, en señal de redención.

—De acuerdo. Tú lo quieres, yo lo quiero. No diré más nada. Pero —espetó muy serio—, si quieres detenerte en algún momento, no dudes en decírmelo. Puedo parecer un patán pero respeto un «no» cuando se trata de éstas situaciones.

—Iré hasta el final. Adelante —digo muy segura de mí misma.

Rhett se acercó hasta mí y acarició mí rostro. Fue suave y casi reconfortante. Sentí que con esa caricia quería tranquilizar los nervios que me invadían y que no quería exteriorizar.

Pero entonces me puse en alerta y me alejé cuando acercó su rostro e intentó besarme.

—¿Qué...? —dijo estupefacto.

—Lo siento, olvidé aclarártelo. No quiero que me beses ni en los labios ni en ninguna parte del cuerpo —manifesté; y pude ver su clara molestia.

—¿No quieres que te bese? —persignó. Asentí con la cabeza—. Pero, el beso es esencial en el sexo. Es la principal estimulación... Deberías saberlo. No tendría que estar diciéndote esto. —Se frotó la frente con la mano, frustrado.

—Para mí, el beso es una conexión muy íntima entre dos personas, es un símbolo de amor. Y yo no quiero que nos conecte nada —le dejé en claro. Rhett titubeó y parpadeó varias veces como si no se creyera lo que le estaba diciendo—. Hay mejores formas de estimular el cuerpo de una mujer sin necesidad de un beso. Deberías saberlo —le retruqué, cruzándome de brazos.

Corazones Caóticos [+18]Where stories live. Discover now