Capítulo 33

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Rhett:

—¡¿Puedes creerlo?! ¡Un novio! ¡Un puto novio! —vociferó Cyrus un tanto pasado de copas. Golpeó con fuerza la bola roja posada sobre la mesa de billar, con tanta que temí que saliera por los aires—. ¡¿Y lo peor de todo?! ¡Que es una lacra, una escoria!

Ya hacía días que Cyrus me taladraba los oídos hablándome sobre lo sucedido con Liu y su nuevo novio en la fiesta. Ni una cabra salvaje se le comparaba a su ira.

Intenté distraerlo un poco invitándolo a tomar algo y jugar para que se olvidara de esa chica en una sala de billar amigable y acogedora. Pero el alcohol intensificó su toxicidad y cada bola que veía y golpeaba imaginaba que era la cabeza de Josh.

—¡Pero ya vas a ver! ¡Cuándo descubra dónde vive le bajaré los putos dientes! —siguió gritando, comenzando a llamar la atención de los transeúntes.

—Cyrus, Liu tiene todo su derecho de tener novio —objeté con seriedad.

—¡Po-Por su-supuesto! —tartamudeó nervioso, acariciando el taco con los dedos—. ¡Pero es un bastardo que la maltrata! ¡No permitiré que le toque ni un músculo! —sentenció muerto de rabia, apuntando ese alargado palo en mi dirección.

—Cyrus...

—¡No, Rhett! ¡Entiéndeme! Ella siempre se rehusó a estar conmigo. Y ahora va y se entrega a cualquiera sólo para provocarme.

—Cyrus...

—No lo permitiré —determinó sin siquiera dejarme refutar—. Ponte en mí lugar. ¿Qué harías si tu querida Astrid hiciera lo mismo? ¿Cómo reaccionarías?

Puse mí peor mala cara cuando me la nombró. La última vez que hablamos fue por mensaje de texto, donde Astrid me dijo que esa semana no me vería porque viajaría a la casa de su padre. Ya lo sabía de antemano cuando me lo dijo en el apartamento, pero pensar que no la vería en siete días me puso un poco de mal humor.

No me malinterpretes, no me molestaba su viaje. Si no el hecho de que no la vería. Y me daba horror pensar en que la estaba extrañando cuando debía ser indiferente, salir de fiestas y besarme con otras mujeres.

Pero no podía. Mí mente se remontaba a los momentos donde Astrid dormía en mí cama o me miraba con fastidio; o cuando me acariciaba el pecho mientras lo hacíamos.

O peor aún, me remontaba a aquellas palabras que solté de mi boca cuando nos duchamos juntos. Hasta ahora no me había dado cuenta de lo obvio que había sido al no mirarla a los ojos después de terminar.

Pero no podía negarlo, temía perderme en el color de sus ojos y hacer algo que provocara que ella me odiara para siempre.

—Tierra llamando a Rhett —exclamó Cyrus, tocándome con el taco en el brazo. Parpadeé y volví a la realidad—. ¿Ya ves? ¿Ahora entiendes por qué...?

—Si Astrid hiciera algo así, sí. Probablemente me enfurecería —admití. El solo pensar que otro hombre la poseía me hizo hervir la sangre. Pero no era el asunto de la conversación—. Aunque me enfurecería porque tenemos un compromiso como amigos con exclusividad. Y hasta dónde yo sé, Liu nunca se acostó contigo ni hizo ningún trato contigo. Por lo tanto no te debe ninguna "fidelidad" —remarqué con ironía.

Cyrus se mordió el carrillo y golpeó otra bola metiéndola en el agujero. Ya era su quinto tiro consecutivo. Me iban a salir raíces como siguiera acertando.

—¿Por qué no admites que sientes algo por Liu? —le reclamé. Y eso lo hizo explotar como dinamita.

—¡Ya déjate de eso, Rhett! ¡No siento nada por ella! ¡Nada! —puntualizó mientras volvía a golpear otra bola. Pero ésta vez se equivocó y pegó en todas las esquinas de la mesa hasta posicionarse casi en el medio.

Corazones Caóticos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora