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—Unnie, llevas todo el día acostada, no has comido nada y tus mamás y mi mamá están preocupadas, ¿que pasó?

—No te preocupes, no ha sido una buena semana, dame un momento y te llevo a desayunar a donde tu quieras.

Aquel día el frío atacaba la ciudad sin pudor alguno, congelando todo a su paso.
Un día perfecto para estar en casa. Todo hubiera estado bien, de no ser por la situación actual.

El día anterior la coreana había despertado por la sensación de estar sola cuando claramente, unas horas atrás, su cama era compartida con alguien más. Durante algunos minutos se quedó en la misma posición, pensando que tal vez su mayor sólo había salido de la habitación, mas no del recinto, no fue hasta el momento donde la espera fue demasiada para decidir levantarse, tomando su bata de noche para cubrir su desnudez, ignorando cualquier otra cosa que no fuera encontrar a la mayor.

—¿Nay, dónde estás?.— Preguntó con la esperanza de ser respondida, sin embargo, seguía rodeada del mismo silencio que la había recibido al despertar.— Si esta es una broma te juro que me las pagarás, sabes que odio cuando intentas asustarme como asesino de película de bajo presupuesto.

Caminó por los pasillos de su departamento sin rumbo, hasta llegar al sanitario para por fin ver su reflejo. Estaba tan desalineada como podría esperarse, con los labios hinchados y unas cuantas marcas rojizas por su cuello y clavículas, lo cual le sacó una ligera sonrisa, tomando la decisión de tomar una ducha, tal vez la mayor llegaría más tarde.

Pero eso nunca pasó.

Requirió 10 llamadas mandadas directamente a buzón, muchos mensajes sin señal y gritar un poco para decidir buscar algo que le dijera donde podría estar su "acompañante" por no encontrar otra palabra para describirla, al no encontrarlo, para casi el anochecer, decidió salir a caminar, esperando lograr aclarar su cabeza un poco de aquella situación, sin esperarse encontrar a cierta nipona en su puerta.— Mina, ¿Qué haces aquí?.

—Hace unas horas te mandé mensaje si querías salir un rato por algo de beber, pero no lo leíste y temí que te hubiera pasado algo.

—Creo que necesitamos hablar.

Caminaron durante cerca de una hora, sin hablar más que monosílabos, ambas sin saber como iniciar una conversación que no fuera a morir por el silencio.

—Nayeon me llamó por la mañana.- comenzó la japonesa, captando toda la atención de la coreana.— Me dijo que saldría un tiempo de la ciudad por un trabajo o algo así, y me pidió que el tiempo que no estuviera, te cuidara para que no hicieras nada estúpido.-intentó bromear al ver la cara de tristeza y preocupación de su acompañante con relación a lo dicho, sin saber como sentirse al respecto.— Así que por el resto de la semana no te librarás de mi.

—Mina, yo....

—No necesito que me expliques, sé que algo pasó, y creo saber que fue, pero no te haré hablar de eso.—Soltó, volviendo a tomar aire para terminar de hablar.— ambas hemos hecho cosas, hicimos nuestras vidas separadas, pero realmente no nos conocemos...así que el tiempo que me queda en la ciudad quiero disfrutarlo, no para ganar tu corazón, para recuperar esa amistad que llegó primero, y sin importar el resultado, quiero conocer a quien fue la Jihyo de 17 años que llegó a mi clase.- Terminó, deteniéndose frente a su acompañante con pequeñas lágrimas, sorprendiéndose al ver que la contraria se encontraba de la misma forma.
— Mucho gusto, soy Miyoui Mina.

—El gusto es mio, soy Park Jihyo.

We belong to each other.- MiHyoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant