5. Minnette

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Dylan

Las horas se estiran como una cuerda tensa. El trabajo, que debería ser lo único que me mantiene ocupado, se convierte en una serie de movimientos automáticos, de gestos repetitivos que no requieren pensar demasiado. Alice, como siempre, no dice nada. Lo hace todo sin quejarse, como si ser una parte tan importante de mi vida fuera la única forma que tiene de sentirse cerca. A veces me pregunto si sabe lo que realmente siento, o si solo se conforma con lo que soy, aunque no sea lo que quiere.

La cafetería está casi vacía cuando entran. Y ahí está ella, de nuevo. Lily. No la había esperado, ni siquiera la había pensado en todo el día. Pero ahí está, con su cabello recogido en una coleta baja, sus ojos más apagados que la última vez, aunque no se puede negar que algo en su mirada brilla aún, como una chispa que no se apaga del todo, aunque la vida la intente sofocar.

No viene acompañada de Mark. Eso me hace preguntarme, aunque no me atrevo a decirlo en voz alta. No quiero pensar demasiado en eso, pero es difícil evitarlo. Y cuando veo cómo entra, cómo se siente ajena a todo lo que la rodea, me doy cuenta de que algo está mal. Algo no está bien, y no sé si eso tiene que ver conmigo.

Alice me lanza una mirada rápida, reconociendo a Lily casi al mismo tiempo que yo. Como si fuera un código no hablado, Alice se dirige a la caja para atenderla, dándome espacio, aunque sé que no necesita hacerlo.

Pero soy un idiota. Porque no debería estar observando. No debería estar sintiendo lo que siento. Sin embargo, mi cuerpo se mueve solo, acercándose al mostrador.

—¿Qué vas a querer hoy? —pregunto, mi voz más áspera de lo que debería.

Lily me mira, y por un segundo, no sé si está sorprendida de verme, o si simplemente está ocupada en algo mucho más importante en su cabeza. No lo sé. Pero en ese instante, todo lo demás se borra.

—Lo mismo de siempre, por favor. —Su voz es suave, pero hay algo en ella que me hace pensar que no está pidiendo solo un café.

Tomo su orden sin decir nada más, pero noto cómo sus dedos tocan ligeramente los míos una vez más cuando le paso la taza. Un roce fugaz, pero que deja una marca. Un recordatorio de que estamos aquí, de alguna forma, en el mismo lugar, aunque cada uno en su propio universo.

Alice se va a la cocina para preparar el pedido. Yo me quedo ahí, mirando a Lily de reojo, tratando de no decir nada, tratando de no pensar en la cantidad de veces que esa misma pregunta ha rondado en mi cabeza: ¿qué hago aquí? ¿Por qué me importa tanto?

—¿Todo bien? —pregunto de repente. No lo planeé. No debería haberlo dicho.

Ella me mira, sus ojos vacilan antes de darme una respuesta.

—Sí... todo bien. —Pero su tono no convence, y puedo ver la mentira flotando en sus palabras.

Antes de que pueda responder, Mark aparece en la puerta. Su figura es imponente, su presencia casi amenaza el espacio que ocupan las mesas. No me gusta cómo se ve, cómo su mirada recorre el lugar, buscando a Lily con una ansiedad que hace que mi piel se erice. Es como si pudiera sentir la tensión entre ellos, aunque no la entienda.

Lily se pone rígida de inmediato, su cuerpo tenso. El cambio en ella es inmediato. Como si la simple presencia de Mark pudiera hacerla olvidar por completo a quién tiene al frente. Sus ojos se desvían hacia él, y la incomodidad que emana de ambos es tan palpable que casi me quema.

—Vamos, Lily, no tienes que quedarte aquí —dice Mark, sin siquiera mirarme. Su tono es rudo, como siempre.

Lily asiente sin protestar, como si ya estuviera acostumbrada. Como si no tuviera otra opción. Y eso me mata por dentro.

—Voy —responde, sus palabras vacías, una simple formalidad.

Mark no espera mucho más. La toma del brazo con brusquedad, y en ese mismo momento, el cigarro de la duda se enciende en mi mente. El brazo de Lily. La forma en que él la toma. Hay algo en su actitud que no puedo dejar pasar.

No me importa si es su novio. Algo en mí me empuja a hacer lo que no debería.

—Oye, Mark —digo, mi voz más firme de lo que había planeado.

Él se detiene, su mirada volviendo a mí, llena de desdén, como si fuera el último tipo con el que quisiera tener una discusión.

—¿Qué? —responde de forma burlona.

—No la trates como si fuera una muñeca de trapo —digo, mis palabras más duras de lo que pensaba.

Mark se ríe, un sonido corto, cruel.

—No es tu problema —dice, comenzando a girarse para irse, pero yo no me muevo. No puedo dejarlo ir tan fácil.

—Es mi problema cuando veo que la estás tratando como si fuera tu propiedad. —Mi tono es bajo, pero no lo suficientemente bajo como para que no me escuche.

Él da un paso hacia mí, su expresión más amenazante. La rabia en sus ojos es palpable, pero algo en mí no retrocede.

—¿Qué, quieres pelear, imbécil? —su voz es un gruñido.

Yo me doy cuenta de lo estúpido que soy. Pero no me importa. No puedo quedarme callado.

—No quiero pelear. Solo quiero que sepas que si te atreves a tocarla de nuevo de esa manera, no voy a quedarme mirando. —Mis palabras salen frías, pero es la verdad.

Mark me mira un momento, y por un segundo, siento que va a saltar hacia mí. Pero se lo piensa mejor, el ego herido en su orgullo lo hace quedarse quieto, sin saber qué hacer. Después de lo que parece una eternidad, simplemente gira sobre sus talones y se va, llevándose a Lily con él.

Ella me lanza una mirada antes de irse, casi como una despedida silenciosa, como si no quisiera, pero tuviera que irse.

Mi corazón late con fuerza, una sensación de furia y frustración acumulada. No puedo dejar de pensar en lo que acaba de pasar. Y cuando miro hacia donde estaba Lily, ya no hay nada. Ella ya no está.

Salgo afuera, tomando un cigarro en mis manos temblorosas. Necesito respirar, pero no sé cómo calmarme. Todo se siente como una bola de nieve que va creciendo, y yo no tengo ni idea de cómo detenerla.

¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me importa tanto?

Pero la verdad es que, por más que intente evitarlo, sé que Lily está en mi cabeza. Y no sé si eso es lo peor o lo mejor que me ha pasado.

El viento frío sopla, y todo se siente igual. Vacío, como siempre. Solo que ahora, el vacío parece más pesado.

Entertainer; Dylan MinnetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora