25. Minnette

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Dylan

El sonido del café gotea en la máquina y las voces de los clientes llenan la cafetería, pero todo se siente distante, como un eco en mi mente. Movía las manos mecánicamente, preparando pedidos que ya había olvidado tan pronto los entregaba. Mi mente no estaba aquí; estaba con Lily. La misma imagen se repetía en mi cabeza: ella sentada en el sofá de mi apartamento, mirando al vacío, sus palabras resonando como una confesión:
"No estoy realmente libre."

—Dylan. 

La voz de Alice me saca de mi trance. Esta a mi lado, con las manos en las caderas y una expresión de evidente molestia. 

—¿Qué? —murmuro, sin mirarla. 

—¡Eso es lo que quiero saber yo! ¿Qué te pasa? No has estado aquí ni un minuto en toda la semana. Y no me digas que estás cansado. 

—Estoy bien, Alice. Déjalo. 

Ella bufó con incredulidad. 
—¿Es ella, verdad? ¿Otra vez estás metido en problemas por Lily? 

No respondo. Seguía preparando el café del siguiente cliente, pero sentía su mirada clavada en mí, cada vez más acusadora. 

—¿Y qué pasó con Emily? —insistió. Su tono esta cargado de reproche, como si ella tuviera el derecho de cuestionar mis decisiones. 

Esa pregunta me golpea. Emily había desaparecido de mi vida después de lo ocurrido en el restaurante, y aunque sabía que probablemente era lo mejor, su ausencia seguía siendo una herida abierta. No quería hablar de ella. 

—Emily no tiene nada que ver con esto, Alice. 

—¿Ah, no? —responde, soltando una risa seca— Porque la última vez que la vi, parecía ser la única persona capaz de mantenerte centrado. Pero claro, ahí estás otra vez, dejando que Lily te arrastre a su drama. 

—¡No es su culpa! —mi voz sale más alta de lo que esperaba, atrayendo algunas miradas de los clientes. Bajé la cabeza y respiré hondo, intentando calmarme. 

Alice me mira fijamente, pero esta vez no dice nada. Solo deja una bandeja sobre la barra con un golpe seco y se marcha al almacén. 

Cuando salgo del trabajo esa tarde, la sensación de inquietud sigue presente. Al llegar al departamento, encuentro a Lily sentada en el sofá, con las piernas cruzadas y el rostro apagado. No dice nada al verme, y por un momento, considero simplemente ignorarlo. Pero no puedo seguir fingiendo que no hay algo que nos estaba destrozando a ambos. 

Dejo mi mochila en el suelo y me siento frente a ella. 
—¿Qué pasa? 

Ella levanta la vista lentamente, pero no dice nada. Sus ojos están enrojecidos, como si hubiera estado llorando en silencio. 

—Lily, por favor, háblame. Siento que hay algo que no me estás diciendo. 

Ella sacude la cabeza y mira hacia la ventana. 
—No quiero hablar de eso. 

La frustración burbujea dentro de mí. 
—¡Pero tenemos que hablar de eso! No podemos seguir así. ¿Qué es lo que te ata a él todavía? 

Sus labios tiemblan antes de que pueda responder. 
—No lo entiendes, Dylan. Incluso lejos de él, no estoy realmente libre. 

Su voz era un susurro, pero cada palabra pesaba como una piedra. Mi corazón se apretó al escucharla, pero al mismo tiempo, una parte de mí quería gritar. No podía soportar verla así. 

—No puedo ayudarte si no me dices la verdad —digo, mi voz baja pero cargada de emoción. 

Ella finalmente me mira, y en sus ojos veo algo que no había visto antes: miedo

Entertainer; Dylan MinnetteWhere stories live. Discover now