21. Forbes - Minnette

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Lily

El aire de la cafetería es cálido, con ese aroma familiar a café recién molido que me llenaba de calma hace apenas unas semanas. Ahora, no siento más que un vacío mientras me quedo parada en la puerta, viendo a Dylan detrás del mostrador. Es como si todo el peso del mundo se hubiera instalado en sus hombros. Su cabello está desordenado, y sus movimientos carecen de la energía que solía tener. Está ahí físicamente, pero es como si algo en él se hubiera apagado. 

Por un instante, dudo en entrar. No sé si estoy preparada para encontrarme con él, pero algo me empuja hacia adelante. Necesito ver si aún está ahí, si aún queda algo del hombre que me hizo sentir menos sola cuando todo parecía desmoronarse. 

Empujo la puerta con suavidad, el timbre resuena, y Dylan alza la vista un segundo. Su mirada cruza con la mía, pero no hay sorpresa, ni alivio, ni siquiera reconocimiento. Es un destello vacío, y luego vuelve a lo que sea que esté haciendo, limpiando un vaso que no parece necesitar limpieza. 

Con el corazón encogido, me acerco al mostrador, esperando que diga algo, cualquier cosa. Pero en lugar de eso, se dirige a Alice sin siquiera mirarme. 

—¿Puedes atenderla? Estoy ocupado —murmura Dylan, y su tono es distante, casi irritado. 

Alice me sonríe de forma incómoda mientras toma mi pedido. Quiero decirle algo, llamarlo por su nombre, obligarlo a mirarme. Pero las palabras no salen. Me quedo ahí, inmóvil, sintiendo cómo una distancia abismal se abre entre nosotros. 

Alice me entrega el café con una expresión amable pero tensa. Me siento en una mesa al fondo, buscando su mirada, pero él no me la devuelve. Mi mente empieza a girar. ¿Qué pasó? ¿Es por mi culpa? ¿Fue porque desaparecí sin dar explicaciones? 

Recuerdo cómo solía ser Dylan: atento, cálido, casi desesperado por asegurarse de que estaba bien. Pensar en ese Dylan y compararlo con el hombre que tengo frente a mí ahora me llena de tristeza. Intento justificar su actitud. Quizá está teniendo un mal día, o tal vez está molesto conmigo. Pero hay algo más profundo, algo que no entiendo, y eso me asusta. 

El café está caliente, pero mi pecho se siente helado. Me quedo unos minutos más, intentando reunir el valor para acercarme a él otra vez, pero al final, el nudo en mi garganta me impide hacerlo. Me levanto y dejo la cafetería sin que él me mire siquiera. 

Cuando regreso a casa, Mark ya está ahí. Su sonrisa ancha me espera como si todo en el mundo estuviera bien. 

—¿Dónde estabas? —pregunta mientras se acerca para besarme en la frente. 

—Solo necesitaba un poco de aire —respondo con una calma ensayada, pero mi cuerpo se tensa al sentir sus manos en mis hombros. 

—Lily, sabes que no tienes que salir sola. Podrías habérmelo dicho, ¿no? —dice, con esa dulzura en su voz que siempre viene acompañada de un filo escondido. 

—No quería molestarte, solo fui a tomar un café. 

Su expresión cambia ligeramente, un parpadeo de algo oscuro en sus ojos, pero su sonrisa no desaparece. 

—¿A esa cafetería? —pregunta, y su tono ahora tiene un matiz distinto, más pesado. 

Asiento, sabiendo que cualquier mentira sería peor. 

—Lily, sabes que no tienes que ir a lugares donde no te quieren. Yo estoy aquí para ti. Él... no te entienden como yo lo hago. 

No digo nada. Lo miro mientras me habla, y algo en mí se quiebra un poco más. No es solo lo que dice, sino la certeza de que él realmente cree cada palabra. 

Entertainer; Dylan MinnetteWhere stories live. Discover now