James Alexander Harrison, 28 años.
El mafioso y narcotraficante mas temido de todo el mundo, un hombre cruel, y sin escrúpulos...
Ambar Jones, 19 años.
Una joven educada, dulce y amable...
Algo que le ocurrió en su pasado la acompaña con ella día a...
Luego de lo ocurrido alexander se puso aún más estricto conmigo.
Hoy en la noche iba a venir a cenar lucas e iba a presentar una nueva novia, así que alexander me pidió que asistiera a la cena de parejas.
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Ya estaba lista, decidí ponerme un vestido color azul, unos tacones negros y mi pelo al natural, y un leve maquillaje.
--Estas lista?--Preguntó alexander entrando a la habitación
--Si--Dije cortante
El se me quedó viendo y se acercó a mi.
--Ese vestido te queda perfecto--Dijo tomándome de mi rostro para besarme
Juntó nuestros labios en un suave beso apasionante.
Pero yo lo alejé.
--Ya te dije que no me beses!--Dije molesta
--Eres mía y hago lo que quiero contigo ambar!--Dijo serio
--No soy tuya y nunca lo voy a ser--Dije saliendo de la habitación
Bajamos a la sala y ahí estaba el imbecil de lucas con su novia, una chica peli negra muy bonita por cierto, es una lastima que este al lado de una persona como lucas.
--Hola! Tu debes ser ambar! Yo soy daniela--Dijo la chica felizmente
--Si! Un gusto daniela--Dije
--La cena esta lista---Dijo clara
Pasamos a sentarnos en la mesa y al rato clara y el personal de la casa sirvieron la comida.
--Y como va tu hombro alex?--Preguntó lucas
--Bien, aún duele un poco pero no es nada--Dijo alexander llevando un bocado de comida a su boca
--Oh! Que te sucedió?--Preguntó daniela curiosa
--Le dispararon por la culpa de la estupida de ambar!--Dijo lucas
--Oh! Que mal!--Dijo daniela mirándome apenada
--Hubieras dejado que la bala la recibiera ella--Dijo lucas
--Lucas eres muy cruel!--Dijo daniela
Yo estaba al borde de las lágrimas, ni siquiera pude probar un bocado de la comida porque empezaron a hablar de mi.
--Es la verdad daniela! Si la hubieran matado no perderíamos nada!--Dijo molesto
No pude soportar más y me levanté de la mesa rápidamente y fui hacia el baño de la planta de abajo.
Entré al baño y las lágrimas caían una tras otra, no podía parar de llorar.
