Capítulo 28

5.9K 574 105
                                    


Escondida tras aquellas encimeras de la cocina de Sebastián, recojo los pedazos de mi corazón fracturado al ver a Poseidón entre los brazos de aquella chica.

Mi cabeza no se da a la idea de que todo esto pueda estar ocurriendo... que me estuviera ocurriendo.

De pronto escucho la voz de Sebastián llamando mi nombre por el pasillo. Al parecer el chico ya había salido de los aseos y no me había encontrado en su habitación.

—¿Ebba, dónde estás? —Le veo pararse cerca de la cocina, pero desde donde éste estaba no me lograba ver por el ángulo.

Al acercarse más noto como el pelirrojo ve a Poseidón en el sillón.

—No sabía que estabas aquí. —Se acerca un poco más a la sala de estar.

—Llegué hace unos minutos. —Responde Poseidón colocando sus codos sobre sus rodillas en tanto pasa sus manos por su cabello.

—Debes irte, Ebba está aquí. —Cruza los brazos sobre su pecho.

—¿Ebba? —Mira al chico fijamente.

—Sí, vete antes de que te vea. No quiero que se sienta triste al verte.

—¿Dónde está? —Se para del sillón y comienza a mirar hacia todas partes.

—Poseidón, solo vete, ¿sí? No quiero que la lastimes. —Niega con la cabeza.

—Yo no haría eso. —Frunce el ceño.

—Ya lo has hecho. ¿Qué pasará cuando se entere de Megan? —Sebastián alza una ceja y le mira serio.

—Sabes que no tengo control sobre eso.

—¿Estás completamente seguro de eso? —Le mira por encima de sus espejuelos, esperando una respuesta de su parte.

—No hay. —Poseidón se acerca al chico y le mira con mala cara.

—Bueno...

—¡Ya basta Sebastián, no dejaré a Megan por irme tras de Ebba!

En el momento en el cual aquellas palabras salen de su boca, un frío recorre mi cuerpo entero pasando por mi pecho hasta llegar a mi estómago. Siento como aquel nudo que yacía en mi garganta al fin es liberado y aquel sollozo que retenía sale disparado. Una lágrima se forma rápidamente y baja a toda prisa por mis mejillas.

En ése preciso momento, salgo de mi escondite y comienzo a correr.

—¡Ebba! —Dice Poseidón al verme. Yo paso por su lado empujándole por el pecho para sacarlo de mi camino en tanto llego a la puerta delantera del hogar y la abro.

Mientras corro hacia mi auto, que está en la orilla de la carretera, escucho como el chico me llama detrás mío.

—¡Ebba espera!

Al llegar a mi auto rápidamente meto las manos en el bolsillo trasero de mi pantalón mahón corto y saco las llaves, apresuradas.

Poseidón llega a mi lado y me hala de un brazo.

—Ebba espera, no te vayas.

—¡Suéltame, no quiero hablar contigo! —Forcejeo para que el chico soltase su agarre, pero no lo hacía.

—No es lo que piensas, lo puedo explicar. —Logro zafar mi mano, me volteo e intento nuevamente entrar la llave en la cerradura de la puerta para abrirla. Pero, entre mis nervios y los constantes forcejeos, se me imposibilitaba.

—No quiero tus explicaciones, ya lo tengo todo tan claro como el agua. —Poseidón me agarra por los hombros y me voltea.

—No sé que fue lo que escuchaste pero... —Le interrumpo.

Poseidón ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt