Capítulo 42

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Mis ojos se cristalizan y mi corazón se acelera aún más al ver el resultado positivo en aquella prueba... al tener en mis manos aquello que me indicaba que sí en realidad estaba embarazada de Poseidón.

Yo, yo tendría un hijo del dios de los mares.

El fruto de nuestro amor...

¿Tal vez esto sea suficiente como para detener aquel matrimonio arreglado?

¿Puede que mi embarazo sea la prueba suficiente de que Poseidón en realidad quiere estar conmigo y que este casamiento absurdo no se lleve a cabo?

Mientas pienso, de pronto, escucho como la puerta principal de los aseos se abre.

—Debe estar por aquí, yo la vi entrar. —Escucho la voz de una mujer. —Tenemos que encontrarla y atraparla. —Dice y mi pecho se aprieta.

¿Acaso estaban hablando de mí?

Rápidamente, y por instinto, tomo la prueba de embarazo de sobre el tanque del inodoro, me la coloco en el bolsillo de mi pantalón pijama y me subo sobre el retrete quedándome en completo silencio. Mis piernas sobre la tapa del inodoro.

—Debe estar en uno de los cubículos. Chequéalos. —Dice otra mujer. Yo tiemblo.

En ese instante, escucho como estas empiezan a abrir aquellas puertas de golpe, tal vez dándole una patada. Una por una...

Comienzo a pensar en como saldría de aquí. Estas mujeres deben ser sirenas enviadas por Megan para que se asegurasen, de que de una forma u otra, no fuera a interrumpir la boda, o también, para que terminaran conmigo de una buena vez y por todas.

Escuchando como éstas ya casi llegaban al cubículo en el cual me encontraba escondida, tomo del bolsillo izquierdo de mi pantalón pijama aquel atomizador de muérdago el cual no salía de casa sin el.

Agarrando el atomizador y pegándolo a mi pecho, le ruego a todos los dioses del universo para que esto funcionase. Si el muérdago no funcionaba contra las sirenas... definitivamente estaría acababa, estaríamos acabados.

Escucho como la puerta del cubículo a mi derecha se abre repentinamente de un portazo, ahora sería mi turno. Preparando y apuntando el muérdago hacia la puerta, espero con los nervios de punta a que esta se abriese. Mi respiración alterada, mi pulso por las nubes.

De pronto, veo como la puerta de abre repentinamente y dos mujeres se asoman tras de ella. Inmediatamente hecho aquel líquido en las caras de las chicas y noto como estas comienzan a gritar. Sus manos en sus rostros, sus ojos cerrados.

Sin pensarlo dos veces, salto del inodoro, las empujo hacia un lado haciéndolas caer a ambas al suelo para luego salir de los aseos a toda prisa. Una vez fuera de los baños, me dirijo a gran velocidad hacia el estacionamiento... hacia mi auto.

Miro por encima de mi hombro al estar fuera del establecimiento y veo como las mujeres no me siguen. Razón por la cual me siento un poco aliviada.

Al llegar a mi vehículo rápidamente me adentro en el, meto la llave y lo enciendo. Pero, para mi sorpresa este no terminaba de encender.

—¡Vamos chatarra de porquería! ¡Enciende! —Grito mientras lo intento una y otra vez, pero el auto continuaba sin encender.

Algún minuto o dos ya habían pasado y yo seguía aún intentando encenderle. Miles de pensamientos me pasaron por la mente, uno de ellos siendo irme corriendo lejos y gritar por ayuda... pero la realidad fue que nada de eso hice. Solo insistí en tratar de que mi auto arrancase.

Poseidón ©Where stories live. Discover now