Capítulo 39

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Perspectiva Poseidón

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Recostado en la arena junto a ella, ambos observamos las estrellas de aquel enorme universo en una playa cercana. El viento acariciándonos el rostro, helando de poco a poco nuestra piel.

Siento como Ebba tiembla en mis brazos debido al frío, por lo que la abrazo aún más y percibo como ésta adentra su rostro entre mi barbilla y mi cuello. Yo sonrío con el simple hecho de saber que la tengo a mi lado.

El poder tener el privilegio de estar con aquí y ahora con ella es simplemente una bendición.

Tantos siglos... tanto tiempo sin encontrar a esa persona que te hace estremecer cada célula de tu cuerpo cuando la miras, para luego, tener que perderla por una simple apuesta.

Si ese día no hubiera apostado, si tan solo no hubiera sido tan iluso... tal vez podría estar con ella. Pero, aquello que perdí en dicha apuesta tenía que volver a recuperarlo... necesitaba recuperarlo.

No es como que existiera otra alternativa, no es como si pudiera escapar de las garras de este casamiento con Megan que tanto me consumía por dentro.

Cierro los ojos por un segundo, solo escuchando su respiración... sintiendo su calor.

Es imperativo que me marche en unos cuantos minutos más, pero no quiero dejarla. El deber como el dios de los mares me llama, pero yo lo que quiero es solo estar a su lado.

Suelto un suspiro y la abrazo fuerte.

—Te tienes que ir, ¿no es cierto? —Habla en voz baja, conservando su cabeza metida sobre mi cuello.

—Sí, debo atender algunos asuntos importantes en Atlántida. —Me siento junto con ella, Ebba se aparta un poco y me mira.

—Desearía estar un poco más contigo, pero entiendo que tienes responsabilidades. —Me sonríe de medio lado, yo hago lo mismo.

—Volveré mañana a verte. —Poso mi mano sobre su mejilla, acariciándole delicadamente con mi dedo pulgar.

—Sé que lo harás. —Coloca su mano sobre la mía y cierra los ojos por algunos segundos. Yo me acerco y le doy un beso corto en los labios.

Una vez nuestros labios se separan, la observo... es tan linda.

Poniéndome de pie, extiendo mi manos hacia la chica y ésta la toma. Delicadamente halo de ella y la ayudo a pararse del suelo también. Ambos sacudimos aquella arena que se nos quedó atorada en las ropas.

—Vamos, te llevaré a casa. —La tomo de la mano y ambos nos desaparecemos en un torbellino de agua en tan solo un instante.

Al estar frente a la puerta de su casa, veo como la chica me mira de aquella manera. Sus lindos labios formando una sonrisa la cual me alienta a quedarme con ella, a huir de mis responsabilidades... pero no puedo.

—Ya te estoy extrañando y aún no te has marchado. —Bufo sintiéndome tonto por ello.

Tonto por sentirme de esta manera... por tener esta debilidad llamada Ebba Meyers que me carcome el corazón. 

Poseidón ©Where stories live. Discover now