XVII

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Tournament.

Recordaba haber llegado al palco en donde la familia real se encontraba, Aemond se encontraba en la arena, con una armadura negra, con el escudo de la Casa Targaryen en su pecho, tres dragones en rojo, combatiendo contra todas las Casas, llevándose la victoria de la mayoría.

Hasta que le tocó con Laed Lannister.

—Ni se le ocurra pedirle el favor a Aeysant, mi lord.

—¿Por qué?

—Es mi prometida y hoy será nuestra boda, es una falta de respeto.

Laed bajó la cabeza, estaba dispuesto a pedir el favor de Aeysant.

Cabizbajo fue hacía Cersei Lannister, su prima menor, pidiendo su favor.

—Quisiera pedir el favor de mi futura esposa, Aeysant Baratheon.

Aeysant tomó la corona de flores, dejándola caer en la espada del príncipe cumpleañero.

—¿No vas a desearme buena suerte, amor?

-¿Desear qué te caigas del caballo es buena suerte?

—Esto va por ti y mi hijo. —dijo alejándose del palco, pero antes, hizo un gesto, dando a entender lo que todos sabían.

Fue un torneo arduo, Laed habia mejorado notablemente, no habían caído de sus caballos, batallaban en la arena, hasta que Laed se rindió y Aemond volteó hacía las personas.

Había ganado.

Aemond Targaryen había ganado el torneo en honor a su vigésimo día del nombre y con ello, la llegada de su boda.

Wedding.

Después de eso el Castillo empezó a trabajar desde la mañana, los cocineros corrían y venían de las Cocinas, los maestres preparaban la leche de amapola del rey Viserys, las costureras iban y venían alistando a la familia real, las nanas de los más pequeños iban y venían persiguiendo a los más pequeños que se negaban a alistarse, las sirvientas y caballeros ordenaban las enormes mesas en el Salón Real, colocaban las copas, los platos y los utilensios, algunos limpiaban, otros lustraban, los músicos limpiaban sus instrumentos y otros afinaban sus voces.

—Mi lady, déjeme ayudarle.

Aeysant y los vestidos jamás se llevaron bien y las costureras en ese momento estaban siendo testigos de aquello.

Aeysant se encontraba con su cabeza fuera del vestido, un brazo metido en un agujero que no era, su pie todavía no estaba del todo dentro del vestido, las costureras sentían sus cabezas reventar del estrés y desesperación, mientras la castaña miraba su figura en el gran espejo mientras casi tropezaba con la pequeña tarima.

—¿Qué sucede? Aeysant. ¿Necesitas ayuda?

—Estoy bien.

—Es muy testaruda mi reina. —susurró una costurera en el oído de la reina. —va a romper el vestido en cualquier momento.

—Aeysant querida, déjame ayudarte.

—Estoy bien descuide.

—Tonterías. —Alicent se subió a la pequeña tarima junto a ella, quitándole el vestido, dejándola en paños menores, mientras las costureras tomaban el vestido, Alicent daba un suave masaje en sus hombros. —todo va a salir bien Aeysant, tranquila.

—Eso espero. —murmuró.

Las costureras tomaron sus brazos con ayuda de Alicent, logrando colocar está vez todos los brazos, cabeza y piernas en su lugar.

𝐀𝖾𝗒𝗌α𐓣𝗍 ─ 𝐀𝖾ꭑⱺ𐓣ᑯ 𝐓α𝗋𝗀α𝗋𝗒𝖾𐓣Where stories live. Discover now