capitulo 3

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Cuando su madre le había contado lo de Criston bajo la promesa de que no le diría a nadie, ya que el caballero se lo confío a ella, el chico no pudo evitarlo y le pegó un ataque de risa que se escuchó por todo el palacio, un poco más fuerte y sus risas se escucharían en el norte. Desde ese día a espaldas del caballero lo habia apodado el mejor vendedor de naranjas del poniente. Obviamente Aemond le pegaba en la espalda cada vez que lo escuchaba llamarlo así.

Apesar de todo, el naranjero había estado comportandose más sobreprotector con ellos desde el incidente, en especial con su hermano menor, quien lloraba y gritaba todas las noches por el dolor en su herida, la cual ni con leche de amapola se calmaba aveces.

Rhaenyra y su prole se habían quedado más días en Marcaderiva esperando que se calmaran un poco las aguas y tener una conexión más fuerte con los Velaryon para así asegurar el puesto de Lucerys aún mas por lo cual no estaban enterados de nada de lo que pasaba en la Fortaleza roja. Había escuchado que el segundo bastardito estaba demasiado arrepentido y que quería regresar a la fortaleza para disculparse con Aemond quien tenía miedo incluso hasta salir de su habitación así que el menor no tenía muchas oportunidades de ser perdonado por Aemond quien era una de las personas más rencorosas que exigían. Puede que su hermano se comportará frío y que nisiquiera llorara mientras lo costuraban fue bastante admirable, aún así era el más sencible de los 4 y trataba de ocultarlo bajo la máscara de frialdad ante los demás, aunque su actuación no lo engañaba ni a él (Aegon) ni a los demás integrantes de su familia.

De los 4 quien más se parecía a su madre era Aegon, era ella pero con los colores Targaryen, luego le seguía Helaena quien había heredado sus facciones suaves y su cabello rizado al igual que Aegon y por último Daeron, en el futuro era considerado el más guapo de los hijos de la Reina y el Rey, para Aegon eso no era cierto, lo que pasaba era que el se descuidaba al igual que los otros dos, Aemond daba miedo en el futuro pero aún así era guapo y Helaena simplemente nadie la miraba así que no sabían apreciar su belleza. El y su dragón eran los más hermosos y nadie lo iba hacer cambiar de opinión, primero muerto. Después de todo el merecía más el apodo que le habían puesto a su media hermana, que no se note el ego.

Por otro lado, Aemond se parecía más a el rey, su cabello totalmente liso, aunque ahora en su niñez lo tenía con alguna que otra onda, suponía que en futuro iba ser como el anterior, admitía que de todos los Targaryen el cabello de Aemond y Deamon eran los mejores, su hermanito siempre se lo estaba peinado y colocándole aceites que lo hacian ver aún mejor. Lo que le daba gracia esque Aemond parecía un mini Deamon pero en realidad era todo lo contrario.

Su hermano era hermoso y tenía que reconocerlo, no más que el obvio pero si, era bonito, la cicatriz no lo hacía ver menos hermoso, le daba un aura intimidante que según Aegon era lo mejor, por eso mismo había pedido el zafiro, se lo iba a dar a su hermano cuando la herida cicatrizara un poco más.

Se encontraban en la habitación de su madre mientras está tejía. Helaena estaba con sus bichos como siempre, su madre había echo todo lo posible para alejarla de ellos pero al final su hermana había ganado y su madre se había rendido, incluso cuando eran bebés su madre siempre llegaba con arañitas para calmar a Helaena y se las daba en la mano apesar de que ella le tuviera miedo a los insectos, si eso hacía feliz a su hija tenía que superarlo y complacerla.

Aemond ya estaba un poco más recuperado, el dolor en las noches se había calmado pero aún le tocaba usar vendas alrededor de su ojo y cabeza. Estaba enfrente de la chimenea mientras leía un libro de dragones con dibujitos, sabía que a su hermano le emocionaban los dragones y que estaba impaciente por poder volver ver a su vieja dragona.

El por otro lado estaba con cara de trajedia en una esquinita, había intentado tomar vino por los viejos tiempos pero había terminado soltando la copa por la repulsión que le causó, genial, ahora le tenía un especie de aborrecimiento a el alcohol que era lo que lo calmaba. Suspiro mientras Tomaba jugo como si fuera un niño pequeño.

-Mi reina-La voz del caballero jurado de su madre los saco a todos de lo que hacían y voltearon a verlo con curiosidad-Digame Sir Criston-Hablo la reina suavemente mientras dejaba la tela y la aguja aun lado- El príncipe Daeron ha llegado de Antigua-Responde en tono serio pero con una pequeña sonrisa. Alicent se pone de pie con una sonrisa y todos los menores se emocionan al ver a su hermanito entrar siendo cargado por su nodriza, La mujer no dudo en acercarse a su bebé y tomarlo en brazos, le había dolido separarse de el pero tomo la decisión de traerlo de vuelta, era una pequeña sorpresa para sus hijos. Daeron ya tenía un año y medio, cuando sintió el olor de su madre estiró las manitas con emoción y cuando fue cargado beso la mejilla de esta dejándole el lugar babeado.

-Mi pequeño bebé-Arrulla la pelirroja y junta sus narices sin importarle su mejilla. Despacho a la nodriza y fue cuando Aegon y los demás se acercaron para saludar a su hermano menor a quien no había visto en algunos meses.

-Es un bebé gordo-Dice Aemond con celos, apesar de todo, nunca le había gustado compartir sus cosas, desde bebé había sido un bebé serio y tranquilo, pero así como no lloraba tampoco sonreia, su padre había tenido el descaro de decir que había salido a su madre, lo cual era cierto pero el no tenía el derecho de decirlo. Desde pequeños Aemond se enojaba y hacia berrinche si Aegon abrazaba más de tiempo a Alicent, había proclamado a su mamá suya y solo la compartido a sus hermanos porque no le quedaba de otra. También era el consentido y la debilidad de Alicent, ella no tenía favoritos pero Aemond definitivamente era su sol, Aegon le daba risa, sabía que su madre los amaba por igual pero nada le costaba admitir que Aemond era su favorito.

-Es normal que sea así Moon-Aclara suavemente Helaena mientras juega con la manita regordeta de Daeron, la niña le había puesto de apodo Moon ya que cuando estaba pequeña no podía pronunciar su nombre y el decía mond, el apodo cambio a Moon ya que ella decía que Aemond era como la luna, su hermano tuvo que aceptarlo con las mejillas rosadas siempre y cuando no lo llamara así enfrente de los demás. Ante la respuesta de su hermana, Aemond solo frunce el ceño y besa la mejilla de Daeron para volver con su libro, todos ven esa acción divertida pero no dicen nada, era adorable la forma en que Aemond siempre quería ser serio y comportarse como un adulto siempre.

Aegon suelta un quejido y se sienta en la ventana con pereza mientras come uvas.

-Madre, iré a ver a Sunfyre-Avisa y su madre rueda los ojos, no soportaba esas bestias apestosas pero no podia negarselos a sus hijos, sabía que los Targaryen tenían una conexión muy especial con sus dragones y ahora Aemond también tenía uno que apesar de tener esa herida lo hacía feliz.

-Ten cuidado Aegon, tienes que volver antes de la cena, parece que Rhaenyra va volver hoy-Dice con el ceño fruncido, sus palabras sorprendieron, esperaba que su media hermana se fuera a Dragonstone con sus bastardos y Daemon, trato de no demostrar su sorpresa y asintió para salir de la habitación bajo la promesa que tendría cuidado.

Al llegar a el poso sonríe y se acerca a el dragón con una sonrisa -Sunfyre mi gevie-acaricia a su dragona y se recuesta en ella para tomar una pequeña siesta siendo escondido por una de sus alas sin saber lo que iba pasar esa noche.

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En este tiempo Aegon tiene 15, Helaena tiene 13 y Aemond 11
Jacaerys 10 y lucerys tiene 8, Rhaena 11 y Baela 11. Obviamente no son sus edades canon pero yo lo quiero así 😛

El renacer de un dragón Where stories live. Discover now