capitulo 5

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Al escuchar la voz del niño, Alicent voltea a verlo mientras por debajo de la mesa apreta su falda con fuerza. Helaena nota esto y se adelanta antes de que alguien diga algo.

—Aemond está descansando en sus habitaciones, aún no está del todo curado por lo que se siente indispuesto—Responde suavemente la niña notando cómo el pequeño lucerys se encogia en su asiento abrazando más a su mamá.

—Comprendo ¿Cuándo podré verlo?—Vuelve a preguntar otra vez haciendo que la reina se muerda el labio con fuerza y Daemon junto con Aegon miran todo divertidos.

—¿Porque el príncipe Lucerys desea ver a mi hermano?—Inquiere Aegon mientras lo mira con una ceja alzada asustando aún más a el menor pero este no se deja intimidar y se acomoda recto agradeciendo la mirada de apoyo de Jacaerys para hablar— Quiero disculparme con mi Tío, estuvo mal lo que hice y me siento muy mal—Responde inocentemente y el rubio solo puede suspirar mientras Helaena sonríe dulcemente.

—Mañana podrás hablar con el, así que levántate temprano, Aemond es un madrugador, piensa en lo que vas a decir—Advierte Aegon causando que Rhaenyra lo mire mal por hacerle ese tipo de advertencias a su bastardito y el rubio solo puede rodar los ojos mientras sigue comiendo.

Lucerys asiente sonriendo ya más tranquilo y jacaerys le da una sonrisa a Aegon también, este último solo lo mira para luego de unos segundos sonreírle también. Estaba seguro que el gran bastardo no se había olvidado como lo habian llamado pero lo de Aemond había sido peor, que no se queje.

—Padre, Deamon, los niños y yo partiremos a Dragonstone—Dice firmemente Rhaenyra a lo que el rey solo puede poner una cara de tragedia mientras piensa en que hacer para que su hija no se vaya.

—Pero hija—Trata de decir algo el viejo y es callado por la mujer— No padre, ya está decidido. Nos iremos en 2 días, nada me ha hacer cambiar de opinión, los niños necesitan estar en otro clima que en este lugar donde no hacen nada más que decir insultos falsos hacia ellos—Habla con el ceño fruncido y Aegon hace todo lo posible por no soltar una risita ante la cara de su padre.

—Entiendo hija mía, pero espero que nos visites y mandes cartas siempre que puedas. Extrañaremos a todos—Acepta con la mirada baja.

—Madre, podemos quedarnos un poco más por favor—Ruega Jacaerys poniendo ojitos de perro para convencer a su madre quien no iba a caer tan fácil ya que ella hacía lo mismo se pequeña, pero luego de unos más quejidos por parte del menor termino aceptando logrando que sus hijos, padre y hermana sonrieron.

—Una semana pero no más que eso Jacaerys.

—Una semana mama—Acepta con una sonrisa de esquina a esquina y voltea a ver a Aegon emocionado ya que ya se le había pasado el enojo de que su mayor admiración lo llamara bastardo.

Aegon al darse cuenta solo pudo soltar un suspiro, esa semana le iba salir cara.

A la mañana siguiente apenas saliendo el sol, un pequeño que era más rizos que niño corría por lo pasillos para llegar a la habitación de su tío Aemond. Sin mucho interés si era correcto o no entro a el lugar y trago duro al ver el bulto en la cama en donde solo se asomaba la cabellera casi blanca del otro.

—Tio Aemond—Llamo suavemente y se acerco poniendo sus manos regordetas en la orilla de la cama empezando a dar palmaditas en esta para despertar a el mayor.

Aemond al tener un sueño sensible no tardo en despertar pero al notar al menor se hizo hacia atrás asustado mientras se cubría con la sabana por puro reflejo.

—¿Qué haces aquí? Vete, vete—Repite con furia dejando su miedo de lado.

—Y-yo me venia a disculpar contigo por lo que hice—Responde el menor tratando de no huir del lugar.

—¿Crees que una disculpa va devolverme el ojo? ¡Por supuesto que no!—Chilla tratando de empujar a Lucerys fuera de sus habitaciones.

—Por favor discúlpame tío, te daré mi ojo si quieres pero por favor perdóname, yo no quería hacerte daño, me dio tanto miedo ver que le ibas a pegar con la piedra a Jace que no pensé y solo te herí—Se disculpa desesperado mientras suelta algunas lagrimas. Aemond al mirarlo de esa manera apreta los puños de la rabia, quería odiar a su sobrino ya que lo había convertido en un monstruo. Pero verlo ahí disculpándose mientras lloraba estaba haciendo que sus paredes se empezaran a derrumbar, después de todo Lucerys había sido su amigo siempre, leían cuentos juntos, jugaban y por más que intentara esconderse o escaparse del menor siempre terminaba encontrandolo.

Niega para luego mirarlo con la ceja fruncido—Deja de llorar, siempre estas llorando Luke, eres un bebe llorón—Dice cruzado de brazos—
P-perdoname—Gimotea el menor y sin poder evitarlo se acerca a Aemond y lo abraza fuertemente sin intensión de soltarlo. El rubio luego de unos minutos intentando safarse se termino rindiendo, lucerys era un imposible y nadie podía estar enojado con el, era la pequeña perla más hermosa del mar para todos los que lo conocian.

—Esta bien, intentare perdonarte pero sueltame enano que me estoy quedando sin aire—Dice empujándolo suavemente para acostarse de nuevo ya que le dolia la cabeza por tanto sobre esfuerzo.

—¿Estas bien tío?—Pregunta preocupado mientras arruga las cejas y se limpia las lagrimas.

—Estoy bien así que no empieces a llorar de nuevo—Contesta y se acomoda bien las almohadas—Has cosas para que te perdone, tráeme agua y luego ve por mi reina madre, dile que no me siento bien—Ordena con una sonrisa malvada que al ser pequeño se miraba adorable en vez de intimidante.

—Si tio Aemond, como tu quieras—Asiente rápidamente y le da agua rápidamente para salir corriendo de la habitación en busca de la reina.

Luego de correr durante un tiempo por los pasillos mira a Criston apoyado en la puerta de las habitaciones de la reina y cuando lo ve acercarse alza una ceja pero lucerys no se deja intimidar.

—El príncipe Aemond necesita de la reina—Dice firmemente lo cual era bastante gracioso de ver y antes que el hombre pudiera decir algo la reina abrió las puertas.

—¿Quien necesita de mi?

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No les pasa que bebe lucerys 😘

El renacer de un dragón Where stories live. Discover now