Prólogo.

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El cielo arrebolado inundaba de colores anaranjados los techos de las casas en los suburbios en donde residía Han Jisung.

Una no muy pequeña porción de la población de ese fraccionamiento era coreana, lo cual demostraba que la sociedad de ese país era tranquila, hogareña, conservadora y muy limpia. Y eso a él no le terminaba de encantar.

Parecía como si la libertad y mente abierta Canadiense no llegara hasta ahí, donde las sonrisas sinceras no albergaban, donde la gente hablaba mal a tus espaldas, y donde debes vivir reprimido para que no hablen de ti.

Una que otra casa tenía afuera juguetes regados en la banqueta o los patios con el pasto a medio secar.

Era el primer día de otoño.

Las hojas volando acompasadas por el viento eran signo de ello, grandes bocanadas de aire fresco se colaban por los pulmones de los transitantes, y las personas comenzaban a sacar los suéteres y abrigarse con ellos, lo cual era gracioso puesto que en la parte de abajo seguían trayendo un short delicado o una falda que dejaba el aire chocar contra sus pieles.

La monotonía era enfermiza hasta cierto punto, y Jisung no lo admitiría, pero estaba comenzando a caer como hoja de arce cuando el invierno se aproximaba; sin rumbo, al suelo, sin poder volver a enverdecer. Marchitándose.

Sus pies lo llevaban hacia su casa, no porque quisiera volver a encerrarse en sus cuatro oscuras y solitarias paredes, sino porque no había otro lugar a donde ir. Sus piernas se movían por inercia, no por mero gusto.

Porque si fuese por él, ya no estaría moviéndose.

Porque si fuese por él, ya no estaría respirando.

Donde Jisung es el azul enfermizo de invierno, y Minho, el bailarín que deja trazos amarillos en cada movimiento.

when winter comes [Minsung]Where stories live. Discover now