Capítulo III.

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—Hola, ¿puedes creer que en mi salón hay dos chicos terraplanistas?

Lo saluda Minho esa misma tarde con la respiración agitada, no encuentra sentido en cómo puede aparecer de la nada el chico que lleva rondando en sus pensamientos toda la mañana.

Ha avanzado dos cuadras de la preparatoria, y ha visto hacia atrás y jamás vio al chico castaño caminar cerca de él. Y no pregunta al respecto, simplemente analiza la pregunta y contesta lo primero que se le viene a la mente.

—¿Quién en su sano juicio es terraplanista?

Una sonrisa aparece en el chico de Gimpo, asiente para sus adentros. Claro que Jisung era una persona inteligente, tal como lo pensó.

—Lo mismo me pregunto yo, Jisung. Ni las personas en la década de los setentas eran terraplanistas, no le encuentro sentido a que un unineuronal comparta clase conmigo. Esos ya se debieron haber extinto.

Y Jisung entorpece sus pasos mientras sale desde el fondo de su garganta una risa diminuta. Las pláticas de Lee Minho eran curiosas. En sí, él era curioso.

Escucha las hojas de arce secas triturarse bajo sus converse, crujen con cada paso que da.

Y Jisung no juzga ideologías ajenas, por más estúpidas que estas pueden lograr a ser.

—Yo creo que sería interesante escuchar sus argumentos. Todo tiene una razón de ser, ¿no?

Minho lo mira ofendido y acelera sus pasos, engrandeciéndolos hasta posarse en frente de él, parando su caminata.

—That's bullshit, solo perderías el tiempo. ¡Afirman que si cruzas la antártida te caerás al vacío!, ¿dónde está la ley de gravedad en ese argumento?, ¿dónde hay coherencia en esos comentarios?—. El mayor posa sus manos en ambas partes de su cadera, niega tres veces esperando la respuesta de su nuevo amigo.

Jisung solo atina a reir por lo adorable que el acento inglés de Lee puede llegar a ser, incluso las palabras más altisonantes saliendo pronunciadas de su boca se escucharían como el mote más cariñoso del mundo. Eso calienta un poco su corazón.

—Uhúm... creo que no la hay.

Y su acompañante parece recomponerse y comenzar a caminar ante su respuesta.
—No, no creas, ¡no la hay!

—¿Pero por qué te enoja tanto que haya terraplanistas en tu curso?—. Frunce el ceño de genuina curiosidad.

Jisung siente que algo de su realidad está siendo alterado, pero no reconoce saber cuál es la diferencia del momento. Por lo que lo deja pasar, sin embargo, en sus adentros sigue estando la fuerte sensación de que algo falta.

—Oh, no solo me enoja que los haya en mi curso, simplemente me enoja que exista gente con cerebro cuadrado.

Y Jisung parece bloquear sus oídos un segundo, sigue notando algo diferente, y sigue sin saber qué es.

Sale en balbuceos cualquier pregunta para olvidarse del terraplanismo, no quería aferrarse a una plática que llevaría a su acompañante a morir de enojo ahí mismo en medio de la calle.

—Bien, bueno, mejor cuéntame qué hubo de bueno el día de hoy, ¿quieres?

—Creo que lo único bueno fue conocer el salón abandonado al que vas. ¿Quieres compañía?

Y Minho camina lento, a su paso, no se siente perseguido como la última vez, se siente más tranquilo, sumando que no hay bicicletas que lo arrollen.
¡La bicicleta falta!

—¿Dónde está tu bici?

Y Minho voltea a ambos lados de la calle, hundiéndose de hombros, provocando una sonrisa en Jisung. ¿Por qué era así?

when winter comes [Minsung]Where stories live. Discover now