Recarga

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Se había perdido entre las calles de la hermosa ciudad de México. Hace varias semanas se había mudado a aquel hermoso país con cultura única y llamativa, por temas de trabajo.

No tenía saldo para marcarle a su amigo, vecino y compañero. No tenía idea de donde podía recargar por la falta de conocimiento, mayormente su amigo, Rubén, le hacía recarga por transferencia pero ahora no tenía para marcarle y decirle que se había perdido.

Se acercó a una chica, que al principio pareció tenerle miedo.

-Disculpe... ¿Sabe dónde puedo recargar saldo? -Pregunto con una pequeña sonrisa.

La chica pareció relajarse un poco.

-Claro. A la vuelta de la esquina hay un Oxxo, ahí se hacen recargas. -La chica le devolvió la sonrisa.

-Gracias, bonita noche. -Se despidió educadamente, yendo a la dirección indicada.

Al llegar, entró, siendo recibido por el aroma a café, al parecer habían usado la cafetera hace poco. Se acercó a la caja y vio a un chico sentado en una silla con su celular, sin prestar atención a su alrededor.

Tosió un poco para llamar la atención del chico, que rápidamente miro hacia arriba viendo al chico más alto que el, castaño y de ojos rubíes.

-Ah, ¡perdone! -Se levantó rápidamente, acomodando su uniforme, y al momento de levantarse la diferencia de altura se hizo más notoria. -¿Que se le ofrece? -Preguntó, mirándolo discretamente de arriba a abajo, notando que no llevaba nada en las manos, así que supuso que quería algo de la caja.

-Quiero una recarga, por favor. -Dijo sacando dinero de su cartera.

-Dale, dígame su número. -Pregunto, tecleando algunas cosas en la computadora, mirando de reojo al castaño, conectando miradas un par de segundos, ya que miro rápidamente el monitor, sintiendo sus mejillas arder.

Luzu le dictó su número. Un par de tecleos más, el ruido de la pequeña impresora láser se hizo presente, al mismo tiempo que su teléfono vibraba.

-Ya está, ¿desea algo más? -Le entregó el ticket, rozando sus dedos con los contrarios, soltando un pequeño suspiro. Se acomodó un pequeño mechón del cabello, mientras miraba fijamente aquellos ojos que le cautivaron apenas los vió.

-No, eso sería todo. Gracias, buenas noches. -Le sonrió ligeramente para después salir de la tienda, con el celular en mano para marcarle a alguien.

La tienda quedo en silencio, luego un fuerte suspiro se escuchó.

-Dios mío... -Susurro, mordiendose el labio inferior. Sentándose en la silla que anteriormente había estado, apretando sus muslos con fuerza entre sí.

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—415 palabras.

Pato horno.

El del Oxxo | LuckityWhere stories live. Discover now