3. Tomando medidas

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(Lydia)


Levantó la mirada ligeramente del libro y se encontró a Eli mirando a Gael por lo que por quinta vez le pegó una patada por debajo de la mesa para que dejara de ser tan obvia.

―Lo siento, no puedo evitarlo. ¡Estoy tan emocionada! ―susurró Eli sin poder ocultar su felicidad.

Asintió de forma comprensiva y miró de reojo a Gael que leía un libro con su habitual cara de fastidio hasta que levantó la mirada y le enseñó el dedo corazón.

¿Qué demonios?

Irritada tomó su bloc y comenzó a dibujar.

¿Pero qué le pasaba a ese chico con ella?

Intentó hacer memoria de cosas que podía haberle hecho en un pasado pero no encontró nada. Absolutamente nada. Apenas había cruzado palabras en años anteriores y eso que llevaban coincidiendo en la misma clase desde hacía tres años.

Resopló irritada y continuó dibujando.

Dibujar la relajaba y despejaba su mente. Normalmente prefería pintar con acuarelas o pintura pero como estaba en una biblioteca y ella solía ensuciarlo todo a su paso había decidido traerse sólo un lápiz y un blog para distraerse.

Sonrió al pensar en cómo había conseguido ese bloc.

Diego se lo había regalado hacía una semana después de verla buscar desesperadamente uno de sus dibujos. Como siempre dibujaba en folios sueltos tenía ciertas dificultades para encontrarlos luego, así que Diego le había regalado un bloc para que nunca más volviese a perder un dibujo.

Al recordar a su antiguo compañero suspiró pensativa. ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría con Valeria preparando el trabajo? ¿También le sonreiría de medio lado cuando decía alguna tontería?

Sacudió la cabeza con preocupación. Ella no creía en la tontería esa de que surgía el amor pero...

―¿A quién dibujas?

Al escuchar la pregunta se fijó en el dibujo por lo que inmediatamente tuvo ganas de morirse. Inconscientemente había empezado a dibujar a Diego, miró a Aaron y se fijó en qué ladeaba la cabeza y apretaba los labios como si tratase de averiguar quién era. Por suerte para ella apenas había empezado y Diego era irreconocible aunque ella sabía perfectamente que era él, lo había dibujado demasiadas veces.

―A nadie en especial respondió con toda la seguridad que pudo mientras cerraba el bloc a toda prisa, Aaron la miró fijamente un largo rato y ella notó como sus mejillas se sonrojaban.

―Pues a mí se me parecía a... bueno no importa ―respondió Aaron sacudiendo la mano con desgana y tomando uno de los libros que había sobre la mesa.

¡Oh mierda! ¡Pillada! ¡Pillada! ¡Pillada! Ahora Aaron se lo diría a Diego y ella quedaría como una loca acosadora que hacía retratos de Diego a escondidas para luego observarlos durante horas como si fuera una perturbada. ¡Y no lo era! Sólo lo había dibujado en un par de ocasiones, y una de ellas fue su culpa, nadie lo mandó a quedarse dormido frente a ella. Era una artista, claro que lo iba a pintar y bueno, que luego admirase el dibujo de vez en cuando no la convertía en una loca, sólo lo hacía para... ¡oh dios! ¡era una loca acosadora! Diego iba a odiarla.

Se llevó las manos a la cabeza y trató de tranquilizarse a sí misma, luego volteó hacia Eli, la culpa era suya. No era tan melodramática hasta que la conoció.

―Es tan guapo ―murmuró Eli por lo que Aaron bufó sonoramente―. ¿Tienes algo que decir?

―Pues mira, ya que lo dices sí... Como esposo tuyo he de decir que me parece insultante este comportamiento ―dijo Aaron mientras se tiraba del flequillo y se recostaba hacia atrás en la silla.

Besos sabor magenta (TQST Libro #2.5)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora