8. Cuenta la leyenda de Góngora...

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(Lydia)

―¡Te juro que no entiendo a los chicos! ―gritó frustrada.

―Como si alguien pudiera ―apuntó Eli mientras cruzaba las piernas sobre el césped con tranquilidad y algo de diversión―. ¿De quién hablamos ahora? ¿Diego o Gael?

Lanzó una mirada asesina a su amiga y Eli levantó las manos indicándole que se calmase.

―¿Qué? Llevas días despotricando de forma alternativa de Diego y Gael, no leo pensamientos todavía ―protestó Eli mientras se colocaba un adorno en el pelo.

―¡Diego! ―gritó con enfado señalando a su amiga con el pincel que tenía en la mano―. ¡Lleva más de una semana sin aparecer por aquí! ¡Se suponía que este era nuestro mural!

―Le dijiste que no hacía falta que viniese ―recordó Eli pero ella resopló molesta y se cruzó de brazos.

―Le dije que no hacía falta mientras estuviese dibujando la base, pero la terminé hace cinco días ―enojada señaló hacia la pared mientras gesticulaba de forma exagerada―. ¡Ves! ¡Terminado!

―Creo que estás siendo un poco dramática, ya vendrá ―respondió Eli con tranquilidad lo que la hizo enojar más.

―No estoy siendo dramática ―murmuró de mal humor mientras metía el pincel en el bote de pintura y seguía pintando―. ¡Él es un idiota!

Escuchó a Eli suspirar pero decidió ignorarla. Estaba enfadada con Diego, no con Eli; no pagaría su enfado con su mejor amiga. Si él decidía comportarse como un idiota y no aparecer más por allí era cosa suya y que no intentase excusarse en que estaba ocupado, sabía perfectamente que no lo estaba; desde que él dejó de ir Eli le hacía compañía lo que significaba que de vez en cuando Aaron se dejaba caer y daba excusas de mierda de por qué Diego no iba.

―Ya puede aparecer con su mejor sonrisa que le tiraré el cubo de pintura igualmente ―murmuró molesta.

―¿A quién vas a tirarle un cubo de pintura?

Al escuchar la voz de Gael se llevó la mano izquierda al moño. Magnífico. ¡Él que faltaba! Volteó hacia Gael y lo encontró con las manos metidas en los bolsillos mientras la observaba.

―¿Qué haces aquí? ―preguntó de mal humor viendo de reojo como Eli formaba un corazón con sus manos, rodó los ojos y su amiga comenzó a reír.

Gael se encogió de hombros y ella puso los ojos en blanco. Si con Diego estaba furiosa porque no aparecía con Gael lo estaba porque no hacía sino buscarla, ¿qué demonios quería?

―¿Necesitas ayuda? ―preguntó Gael, ella colocó su mano libre en la cadera y lo apuntó con el pincel.

―¿Qué es lo que pretendes? ―Gael enarcó una ceja y escuchó a Eli suspirar. Según Eli estaba siendo demasiado desconfiada con Gael, pero ¿qué esperaba? Hasta hace menos de una semana ese chico no había parado de atentar contra su vida y ahora era todo amabilidad, ahí pasaba algo raro y no, no era que estuviese coqueteando con ella como Eli decía. Había algo más.

―¿Ayudarte? ―repitió Gael mientras señalaba los diferentes cubos de pintura que había en el suelo.

―Gracias pero no necesito ayuda ―respondió de mal humor dándole la espalda y comenzando a pintar.

―A no ser que te llames Diego, no dejará que toques ese mural ―dijo Eli mientras caminaba hacia ellos, luego se quedó cerca de Gael y la señaló―. Aunque ahora mismo tampoco creo que lo deje a él acercarse.

Besos sabor magenta (TQST Libro #2.5)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora