🎤 22. Más de lo que aposté

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(Aitana ft Morat)

ÁLEX

Max no suelta mi mano en ningún momento mientras caminamos por el local repleto de gente buscando a sus amigos para despedirse. Los encontramos sentados en unos sofás junto con los otros músicos. Todos se divierten, excepto Hugo, que parece tener tantas ganas de irse como las que tenía yo hace un momento.

Sin dar muchas explicaciones, Max se despide con choques de mano, besos en la mejilla y abrazos apretados. Yo me limito a hacer un gesto a todos en general. Suficiente interacción social para mí por hoy.

Una vez fuera, Max suelta mi mano para tomar su celular.

—Escúchame Álex —murmura pendiente de la pantalla. Al terminar, alza sus ojos a los míos y su intensidad me sobrepasa—. Tienes razón, no soy quién para decir lo que puedes hacer o no. Pero... si alguna vez sientes la necesidad de... —Sacude la cabeza para deshacer sus pensamientos—. Solo búscame. ¿de acuerdo? No dañes tu cuerpo hasta un punto que se vuelva irreversible,

—¿Estás molesto?

—No. Solo cabreado.

Agacho la mirada clavándola en el piso. No quiero pensar que esto es como un eterno Déjà vu en el que sigo cometiendo los mismos errores.

—No estoy cabreado contigo —murmura, alzando mi rostro por el mentón—. Es decir, si estoy cabreado contigo, pero no contigo, si no por lo que haces...

—Yo... no es algo que haga todo el tiempo.

—Mentirosa —susurra, acercándose un poco más. Su mirada titubea mientras indaga dentro de mis ojos—. Álex... ¿Te parece bien lo que estamos haciendo?

—¿Qué estamos haciendo?

—¿Qué es lo que estamos haciendo?

Me mira como si la respuesta fuera más que obvia, pero en realidad no lo es. Para mí, puede ser algo divertido. Para él, algo sentimental.

—No quiero ser tu amigo. No eres el tipo de persona que le hace bien a mi vida y estoy seguro de que solo mirarte me traerá problemas —explica acunando mi rostro—. Pero no puedo evitarlo. Me gusta mirarte, incluso cuando no estás, te veo en mis pensamientos. Me atormentas cada minuto del día y aunque sé que es un error, necesito besarte y oír tus gemidos con mi nombre tantas veces como pueda. 

—¿Quieres usarme, Megamax? —susurro, divertida. 

—No —responde mirándome a los ojos—. Quiero que tú me uses de todas las formas que quieras.

Se acerca a mi rostro sin dejar de observarme. Despacio, esperando que sea yo quien continúe o detenga las cosas.

No hago ninguna de las dos, solo me quedo sosteniéndole la mirada, hasta que el suave roce de sus labios toca los míos.

Y desconecto. 

Es un efecto embriagador. Mi cerebro solo registra el movimiento de su lengua, sus manos apretando mi cintura y el aroma de su perfume que he estado oliendo todo el día en su camiseta.

Estoy tan sumida entre sensaciones, que me sobresalto con la notificación de su celular, interrumpiendo el beso.

—Vamos. El Uber ya está cerca. 

Nos subimos al vehículo y en un viaje en el que no deja de besarme durante todo el recorrido, finalmente, llegamos al galpón.

Al entrar, cierra la puerta y yo me aferro a sus mejillas con la intención de recuperar esos labios y guiarlos de una manera mucho más intensa, ahora que nos hemos quedados solos.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora