🎤 Epílogo

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6 meses después

ALEX

Tomo aire y levanto el mentón, en el mejor gesto de orgullo y valor que puedo tener en este momento. A mi lado, mi hermano sostiene mi mano con fuerza, dándome apoyo.

—¡De pie! 

El bullicio de la sala hace eco en mis oídos y me pierdo partes completas de lo que habla el juez con los abogados.

—Tranquila, Álex. Todo va a ir bien —susurra Sebastian.

Le doy un ligero movimiento de cabeza. Antes de sentarme, miro sobre mi hombro y veo a Max con su rostro, reflejando toda la angustia que siente. No deja de mirarme y sé que si pudiera, saltaría la valla que separa nuestros asientos y correría junto a mí en este momento.  

No quiero mirar hacia el otro lado, pero instintivamente lo hago cuando el abogado de Julian habla en voz alta y mi mirada se cruza con la suya.

Su ropa formal de diseñador y esos anteojos —que no necesita— solo para verse más intelectual no lo van a librar de esta.

—Señorita Castillo, pase al estrado, por favor.

Lossegundos que siguen actúo de forma automática cuando me levanto y camino haciadonde me indican. Estoy lista para esto. Han sido varios meses de terapia,apoyo y asuntos legales que nos trajeron hasta aquí. 

Quizás antes no tomé el mejor camino. Solaris defendía las injusticias y abusadores de otros, porque no era capaz de defenderme a mí misma. Pero ya no más de eso.

No más.

♪♫♩♭

—¿¡5 años!? ¿¡Solo 5 malditos años!?

Max está furioso, sus pasos son más largos y rápidos mientras camina por el pasillo del tribunal, arrastrándome de la mano.

—Es la máxima pena —explica mi hermano, andando a su lado—. Intentamos sumar las condenas de las otras denuncias que pudimos conseguir, pero la ley es así... 

—¡Putas leyes de mierda! —Se frena en seco cuando estamos fuera, apoyando sus manos en mis hombros, mirándome con cautela—. ¿Estás bien?

—Perfectamente.

—¿No estás molesta?

—No. Ve el lado positivo, serán 5 años bastante malos para él.

Max entorna los ojos y me mira confundido.

—¿Quién eres y que hiciste con Álex?

Suelto una risa que lo relaja. Me da un suave beso en los labios antes de pasar un brazo sobre mis hombros y seguir nuestro camino hacia el auto.

—Sigo molesto. Debió pudrirse en la cárcel por toda la eternidad, que le cortaran las pelotas. No, no solo las pelotas, que le cortaran el...

—¡Max! —exclamo.

Murmura un par de groserías más en voz baja antes de llegar al auto. Quita la alarma del vehículo y mira sobre su hombro.

—¡Hey, cuñado! ¿Vienes? —pregunta a mi hermano que estaba terminando una llamada—. Almorcemos todos juntos, para..., ¿celebrar?

—No, no... yo... tengo que ocuparme de algo.

Se despide con un abrazo a ambos y se marcha de nuevo con el celular en el oído.

—Debe estar igual de molesto que yo —comenta mi novio al subirse al auto—. No dudo que siga insistiendo en esto. 

—No es eso. —Me pongo el cinturón de seguridad de forma distraída—. Es solo que últimamente las cosas no van bien con Borja. Le está costando aceptar que se siente atraído hacia él.

[1] En tus manos©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora