Capítulo 34.

90 11 0
                                    

—All —llama a la puerta del baño.

—No. Déjame.

—All, por favor déjame entrar y hablemos.

—No.

Lo escucho suspirar.

—Estaré en la habitación esperando por ti, sal cuando te sientas lista.

Por primera vez en mucho tiempo me siento completamente sola. Pienso en Casey y lo mucho que desearía poder llamarle para contarle todo lo que está pasando. No puedo. Sé que no me respondería. Erick está con su novio y lo que menos quiero es perturbar su felicidad. Duele que mi tercera opción sea justo con quien ahora no quiero hablar.

No lo negó. Eso es lo que más dolió, en su rostro atravesó el miedo y todo tipo de sentimientos, pero no lo negó. Iban por él. Era él quien compro drogas y a quien la policía buscaba. No lo puedo creer, el chico que desde hace meses ha estado conmigo comienza a agrietarse y resquebrajarse poco a poco. ¿Qué más no me ha contado? ¿Qué más necesito saber? Un dolor se instala en mi pecho como pequeños vidrios rotos que queman todo a su paso y al paso de las palabras que resuenan en mi cabeza. Quisiera haberme quedado en Arizona con el perfecto novio que tenía allá, el chico que no miente y que ya no pelea conmigo o en su caso lo habla. Me limpio las lágrimas y me sorbo la nariz con el dorso de la mano, sé lo impropio que es de mí y lo patética que debo verme, pero ahora no me importa porque siento que Peter y yo hemos retrocedido diez pasos más de lo que avanzamos.

Aprovecho para cepillar mis dientes y lavarme el rostro. La chica del espejo no puedo ser yo, hinchada de los ojos y con la cara roja de tanto llorar. Cuando salgo veo a Peter sentado a los pies de la cama con los codos sobre las rodillas y la cara entre sus manos. Sus ojos se encuentran con los míos.

—All... yo...

—No —lo corto —quiero dormir, no quiero hablar.

Sus cejas se elevan.

—Has dormido mucho y no has cenado.

—No tengo hambre.

Me meto entre las cobijas, hace frío. Él hace lo mismo que yo. Siento su pecho sobre mi espalda mientras su brazo rodea mi abdomen pegándome aún más a él.

—Hagamos un trato—murmura en mi oreja provocando un cosquilleo que se expande por mi espalda.

No respondo.

—Voy a contarte todo lo qué pasó aquella noche. Lo demás te lo contaré en Arizona. Todo.

No respondo.

—Vamos All no puedes estar molesta todo el viaje conmigo.

Eso lo sé. Mi enojo, es más, su tacto quema al sentirlo sobre mi piel y al mismo tiempo es abrazador justo lo que necesito. ¿Cómo puede ser posible?

—Cuando llegue a Arizona sentía la necesidad de no estar en casa porque no se sentía como mi hogar. No quería pelear con mamá ni hacerla sufrir más de lo que ya había sufrido y estaba furioso porque no me consultaron si quería ir o no, simplemente tomaron la decisión. En algún punto sentí que mamá me estaba traicionando al dejarme ir tan fácilmente con él después de lo que pasamos por su culpa —. Sus dedos se clavan en mi piel, recordarlo le duele y le enoja al mismo tiempo. —Era muy frustrante estar en un ambiente que no era el mío, en una ciudad que odiaba y en una escuela en la que era el hijo del gran profesor Arthur Gil. No quería nada de eso, quería regresar aquí... conocí a ese tipo fuera del restaurante que había elegido para cenar esa noche. Él estaba fumando un porro y yo había estado en abstinencia desde hacía unos meses atrás, necesitaba algo para anestesiar todo lo que estaba sintiendo en ese momento y para poder regresar a casa. Me dijo dónde podía conseguirla y que vendían más que eso, justo lo que yo estaba buscando —. Las lágrimas escapan de mis ojos, mi corazón se estruja más con cada palabra que dice. —Cuando llegamos al punto había policías vigilando y eso no lo esperaba, a Dan lo agarraron porque estaba lo suficientemente dopado como para no poder correr tan rápido. Yo solo había dado una calada así que la marihuana no había hecho efecto aún. Miré las cortinas saliendo de una ventana que era lo suficientemente grande como para entrar por ella y recé. Recé para que estuviera vacía y que no me echaran de cabeza. Esto sonará absurdo, pero cuando te vi algo se removió dentro de mí, te reconocí de inmediato: eras la chica que me había prestado un lápiz que no pude regresar ya que se fue en cuanto sonó la campana. Dentro de mí todo se estabilizó, la tranquilidad reemplazó todo el caos que había y al día siguiente tuve un motivo para ir la preparatoria. Conforme me acercaba más a ti, menos podía mantener distancia entre los dos y más ansias tenía por tocarte o sentir tus labios contra los míos, pero cada que estaba por besarte recordaba aquella noche y la mentira que te había dicho.

Él es mi Peter Pan.Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ