Capítulo 3

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Había pasado poco más de un mes del escape de Jack. No se sabía nada sobre él, pero se sospechaba que había regresado al hospital porque instrumental quirúrgico había estado desapareciendo desde entonces.

Esto hizo que aumentara la seguridad del hospital, pero seguía pasando. Entonces revisaron las grabaciones de las cámaras de vigilancia y notaron cómo nuevamente aparecía un hombre de sudadera negra con capucha, lo raro es que nadie recordaba haberlo visto.

Los rumores de que un asesino entraba y salía del hospital, hicieron que mucha gente tuviera miedo de ir allí, y el hospital tenía cada vez menos pacientes, así que el director del hospital decidió pedirle ayuda a un investigador privado porque hasta ahora la policía no había logrado más avances.

Stephen Decker era un expolicía que ahora trabajaba por su cuenta, tenía 52 años, hacía tiempo que nada lo sorprendía demasiado. Cuando el director del hospital le llamó, para él fue un caso más, no parecía haber nada especial. Pidió ver los registros de Jack, del tiempo que estuvo hospitalizado, pero también la información que había de él como estudiante de medicina. Varias veces trató de hablar con los padres de Jack, que por cierto al principio fueron sospechosos de esconder a su hijo de la ley, pero después de confirmar que no lo habían ayudado, la policía les permitió mudarse y hacía poco se habían ido a vivir a otra ciudad, en la que Stephen no logró contactarlos de ninguna manera.

"¿Qué es eso que lleva a un excelente estudiante de medicina a volverse un asesino? Además, es como si alguien lo ayudara de alguna forma, aunque no logro entender cómo. No he encontrado ningún rastro de que tuviera amigos o familiares cómplices. ¿Cómo es que las cámaras lo graban y nadie lo nota? Este caso parece que se pondrá mucho más turbio, algo así como lo que pasó hace unas semanas en aquella fiesta de graduación donde un tipo loco mató a sus compañeros y luego usó parte de la sangre de ellos para pintar la pared. ¿Qué pasa con esta gente?"

Stephen se preguntaba todo esto en su oficina, mientras revisaba la información que había conseguido hasta ahora. Era un mundo loco y violento, eso ya lo sabía bien, pero a veces, sólo a veces, quería tratar de entender porqué.

El teléfono empezó a sonar y contestó de inmediato. Era su hija Liz, una joven de 21 años, muy buena estudiante universitaria, que ahora vivía en otro estado y a la que veía poco. Ella le llamaba para felicitarlo por su cumpleaños, ni siquiera se acordaba de eso, de tanto estar pensando en los casos. Le preocupaba mucho pensar que su hija estaba allá afuera, quizá cerca de tipos desquiciados como los de los casos que había estado leyendo. A veces, tenía pesadillas. Eso era la peor parte de su trabajo, al menos sentía que su hija estaba más segura allá, en esa otra ciudad.

El empleado del hospital no había sido la única víctima de Jack. Después de haberse escapado del hospital, empezaron a encontrar vagabundos asesinados a los que les habían extraído algunos órganos, unas veces era el hígado, tal vez el corazón o un pedazo de pulmón, pero siempre les faltaba al menos un riñón. Hasta ahora, no se habían encontrado huellas en las escenas, pero por la forma en que habían sido retirados los órganos, era claro que quien lo había hecho tenía conocimientos de anatomía y sabría usar bisturí. No pudo evitar recordar a Jack el destripador y se preguntó si quizá era alguna especie de imitador del icónico asesino. Pero lo más extraño, lo más absurdo e inquietante de todo era pensar cómo Jack Nyras, un joven completamente ciego, habría sido capaz de asesinar y hacer los cortes con tanta precisión. ¿Quién podría estarlo ayudando? No tenía sentido tampoco que, en los videos del hospital parecía caminar sin ningún problema y nadie, nadie lo notaba. Siendo él ciego, parecía como si volviera ciega a la gente a su alrededor. Era una idea muy absurda, pero la verdad es que ya no sabía qué pensar.

Es de noche, un callejón solitario. Jack Nyras sale desde una fábrica abandonada, camina silenciosamente, pareciera un felino sigiloso buscando una nueva presa. Él no se hacía invisible, sin embargo, gracias a las habilidades otorgadas por el joven del hospital, podía pasar desapercibido. Aún ahora, Jack seguía sin entender del todo qué era ese joven, cómo es que tenía esos poderes. Sólo entendía que no era un humano, era alguna clase de entidad con forma humana. Desde que recibió sus habilidades, ya no le interesaba hacerle preguntas. Lo escuchaba y obedecía, sólo eso. Y le parecía que así estaba bien.

Jack lleva guantes puestos, son guantes para cirugía, negros. Sus antebrazos los lleva cubiertos con vendas. En los bolsillos de la chamarra, esconde un bisturí, pero siempre tiene más de reserva. Tampoco le faltan jeringas, listas para usarse, cargadas con una sustancia que paraliza a sus víctimas. Lleva también una mochila negra en la espalda, dentro tiene recipientes donde coloca los órganos o pedazos que toma de sus víctimas. Pero, lo más aterrador de su aspecto, es una máscara que le cubre todo el rostro. Desde el primer escape del hospital, la entidad se la dio. Fue apenas un momento en que se quedó dormido y al despertar, la sintió acomodada en su cara, era como una nueva piel, como una armadura. Él ni siquiera tenía idea de cómo era el aspecto de la máscara, cuando se la quitaba sólo tocaba las orillas, no se atrevía a revisarla para intentar conocer su forma. Sin embargo, sus víctimas sí que la veían. Aunque Jack Nyras tenía la habilidad de ser casi invisible a los demás, en cuanto atacaba a una persona, esta podía distinguirlo bien. Lo último que podían ver los ojos de sus moribundas víctimas, era aquella inquietante máscara: color azul profundo, sin boca, sin nariz. Sólo una cara con un par de cuencas vacías, que parecían estar cubiertas de sangre negra, sangre que caía como lágrimas de ojos que ya no existían, que eran como agujeros negros donde se extinguía la vida...

Para variar, la prensa de nota roja estaba al pendiente de estos asesinatos. Pronto, gracias a empleados de hospital que vendían información a los periódicos, se supo que el principal sospechoso era un joven que se había sacado los ojos. Entonces, como tenían que inventarle un nombre para llamar la atención de la gente y convencerla de comprar sus periódicos, no se les ocurrió mejor idea que "Eyeless Jack" (Jack sin ojos). 

Eyeless Jack: La Mirada VacíaWhere stories live. Discover now