Capítulo 7

14 1 1
                                    

Stephen estaba muy ansioso. Habían pasado apenas unos días desde la última vez que le habían reportado un ataque con el modus operandi del llamado "Eyeless Jack". Ahora estaba más asustado que nunca, pues su hija Liz se encontraba viviendo en la misma ciudad que ese loco. Las pesadillas eran cada vez peores, era muy difícil poder dormir una noche entera, lograba quedarse dormido hasta la madrugada. Pensó que, si seguía así, quizá necesitaría empezar a tomar pastillas para dormir.

Liz, en cambio, se la pasaba leyendo libros de psicología que sacaba de la biblioteca o revisando artículos de periódicos por Internet. Trataba de entender por qué una persona joven, casi de su edad, siendo buen estudiante, viviendo con muchas ventajas y al parecer sin problemas, había cometido crímenes tan crueles. También era impresionante saber el nivel de fuerza y habilidad que parecía tener para ser alguien ciego. Se preguntaba si tal vez había una especie de cómplice real o quizá imaginario, tal vez él escuchaba voces que no existían pero que él creía verdaderas. Se quedó pensando que le gustaría poder hablar con él alguna vez, una entrevista en un lugar controlado donde ella no corriera peligro y que así pudiera tratar de comprender qué pasaba en su mente. Ella había visto fotos de él de cuando él era estudiante. De inicio, parecía alguien normal, pero creía notar algo de tristeza en sus ojos. No había ninguna foto reciente de él, las únicas imágenes eran las que se lograban conseguir de las cámaras de seguridad, algo borrosas, que lo hacían ver como un espectro. Ella no creía en situaciones sobrenaturales, pero había varias cosas que parecían no tener una explicación. Incluso, el hecho de que le resultara tan interesante un hombre peligroso y cruel parecía no tener sentido. ¿Por qué había tenido que hacer un viaje a la misma ciudad donde él había estado atacando hace poco? Es cierto, cuando terminara la universidad, quizá tendría que ver y hablar de cerca con personas como él, pero ¿Estaba lista ahora? ¿Qué haría si de repente se encontrara con él en la calle? ¿Habría alguna forma de convencerlo para no atacarla y poder huir? Eso parecía imposible.

Ella quería ser como su padre, a quien desde niña admiraba porque le parecía un hombre muy valiente que se arriesgaba para hacer cosas buenas que ayudaran a otras personas. Cuando dejó de ser policía y se volvió detective, lo siguió admirando igual. Si quería ser una persona valiente como él, debía ser capaz de enfrentarse a situaciones difíciles.

Estaba leyendo un libro, ya era muy noche y se fue quedando dormida. De repente, escuchó un ruido muy suave. Trató de ubicar de dónde venía, pero no podía. Entonces, notó que en realidad eran susurros de alguien que parecía estar muy cerca de ella, pero seguía sin ver a nadie. Al principio no entendía nada, después poco a poco las palabras fueron tomando forma, decían algo como "¿Vas a quedarte leyendo toda la noche? ¿Tan importante es estudiar? Debe ser muy interesante lo que lees..." No reconocía la voz. Se quedó pensando un rato si debería contestar, fingir que no había oído nada o salir de su habitación. En eso estaba, cuando notó una silueta oscura cerca de ella y le escuchó decir: "sobre tu escritorio". A pesar de estar cerca, no pudo distinguir nada. Era como una figura borrosa. Luego, escuchó que algo caía, el libro estaba ahora en el suelo y empezaba a salir sangre de las páginas... En ese momento, despertó. Había sido un sueño muy inquietante. Pero entonces, volteó hacia el frente, hacia su escritorio y allí pudo ver una tarjeta que no estaba antes. Tenía unas pequeñas manchas negras, como de tinta salpicada. La tocó y luego la levantó, entonces revisó el otro lado de la tarjeta y encontró una frase escrita con tinta negra: "Si quieres conocerme, ven a buscarme tú sola a esta dirección..., estaré allí a las 7:35 de la mañana".

Soltó la tarjeta, se levantó rápido y fue a revisar si su ventana se había quedado abierta, pero estaba cerrada por dentro. ¿Entonces lo que vio en su sueño...? No entendía qué estaba pasando. Lo más lógico era decirle a su padre, pero entonces se le ocurrió que quizá quien dejó la tarjeta estaba espiándola de cerca, tal vez podía escucharla y se daría cuenta si le avisaba a su padre. Entonces pensó que podría escribirle una carta a su padre explicando lo que pasaba para que así ella fuera sola pero su padre llegara en el momento justo para atrapar y arrestar al asesino. Empezó a escribir la carta en un pedazo de papel que dobló varias veces, luego se lo guardó en el bolsillo. Entró con mucho cuidado a la habitación de su padre y dejó la nota sobre su mesita de noche. Se sintió bien porque su padre parecía dormir tranquilo, ella sabía lo difícil que estaba siendo para él descansar cada noche. Salió con cuidado y fue a cambiarse de ropa y prepararse para salir en cuanto empezara a amanecer. 

Jack estaba mirando, se podría decir, pues por su posición parecía como si se asomara a ver desde una ventana. En realidad, sólo estaba sintiendo el viento soplar. Estaba todo muy silencioso, hasta que escuchó a la voz que ya se había acostumbrado a escuchar a diario decir:

-Otra vez estás muy pensativo, Jack. ¿Será que estás dudando? ¿Será que no quieres completar el ritual?

- ¿Dudar? ¿Porqué podría dudar? Lo que no entiendo aún es para qué va a servir esto.

-Ya te lo dije, varias veces. Es para darte aún más poder.

- ¿En serio? ¿Qué tal si es para otra cosa que por alguna razón no me has querido decir?

-Jack, ¿Otra vez eso? Ya te lo dije mil veces, lo repetiré de nuevo: si quisiera destruirte porque ya no me sirves, lo habría hecho hace mucho. Podría aprovechar para matarte mientras estás dormido, pero no lo he hecho... si tienes tantas dudas, pues... puedo simplemente dejarte libre, ¿Qué te parece?

- Sabes que no puedo aceptar eso. Lo quiera o no, me guste o no, necesito de tu ayuda. Sólo quisiera entender mejor...

La voz lo interrumpió:

- ¿Qué tanto te preocupa entender, Jack? Tienes poder y puedes tener mucho más. Eso es lo único que importa.

Jack ya no dijo nada. No quería seguir discutiendo, prefería el silencio.

Stephen, después de haber tenido mucho insomnio por varios días, por fin había decidido ir con un médico para que le mandara pastillas para dormir. Había funcionado bien, se relajó tanto y durmió tan profundo que no escuchó a su hija cuando muy temprano entró a su cuarto, tampoco oyó la puerta cuando ella salió. Lo que la pastilla no pudo evitar, fue una pesadilla, que lo puso muy agitado, haciendo que se moviera mientras soñaba y de un movimiento brusco, moviera su mesita de noche, tirando la nota que Liz le había dejado. Cuando se despertó, no mucho después, no se dio cuenta del pedazo de papel que estaba en el suelo.

Eyeless Jack: La Mirada VacíaWhere stories live. Discover now