Capítulo 5

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La noche era terriblemente oscura. Stephen tenía otra vez problemas para dormir. Se había despertado de una pesadilla donde veía cómo su hija iba a visitarlo por sorpresa y le decía que ahora estaba comprometida, que le iba a presentar a su futuro esposo y cuando volteaba, tenía frente a él a Eyeless Jack, que lo atacaba con un bisturí. Podía parecer ridículo, de hecho, no había forma de que su hija lo conociera en persona pues vivía en otro estado, pero aun así sentía miedo porque sospechaba que ella insistiría en venir. ¿Cómo la protegería de ese asesino que parecía tener poderes a su favor? Porque no entendía cómo podía cometer sus crímenes sin tener ojos. Además, por alguna razón, parecía que nadie podía verlo cuando se alejaba de sus escenas del crimen. Ojalá tuviera respuestas, ojalá supiera dónde buscar. Esta parecía ser la investigación más difícil de su vida...

El teléfono sonó, asustándole un poco. Al contestar, se sorprendió porque escuchó la voz de su hija:

-Hola papá, sabía que no estabas de acuerdo en que yo viniera a esta ciudad pero he hablado con mis profesores de la universidad y me comentaron que sería una oportunidad muy buena para mí el estar al pendiente de un caso del que tienes más acceso que la mayoría de la gente, allá también llegaron las noticias de estos crímenes tan brutales y extraños, hay muchas personas de mi universidad interesadas en saber más sobre ese asesino, porque piensan que ayudaría a entender mejor cómo ubicar a personas con esas tendencias. Entonces, les hablé de ti y me sugirieron venir a esta ciudad. Ahora mismo estoy en la estación de autobús, solo quiero saber ¿Me aceptas en casa o tendré que quedarme con una amiga que vive en esta ciudad?

Stephen no lo podía creer, sentía como si aún estuviera dentro de su pesadilla. ¿Por qué demonios los profesores y toda esa gente de la universidad que se supone son inteligentes le habían sugerido algo tan arriesgado a su hija? Estaba enojado, pero antes de responder, se acordó cuando le dijo a su padre que quería ser policía y él le decía que era un trabajo peligroso, que no se imaginaba a Stephen siendo policía. Quizá era normal que él estuviera más preocupado que otras personas. Suspiró y contestó:

-Claro que puedes venir a casa, Liz. Es más, voy por ti ahora.

Su hija dijo que podía tomar taxi, pero él insistió en ir por ella. Seguía asustado por la pesadilla, pero ahora sólo quería ver a su hija. Llovía un poco, no había mucha gente por la calle.

Apenas vio a su hija, la abrazó y se sintió más tranquilo por un momento, entonces decidió que ahora más que nunca debía atrapar a ese psicópata.

Jack estaba en su refugio, abrió un refrigerador viejo y sacó un frasco. Dentro había un hígado humano. Acababa de alimentarse con los riñones de su más reciente víctima, pero necesitaba más. Era como una especie de hambre incontrolable, que le hacía querer comer órganos que nunca hubiera pensado en probar. Ya no existía el asco, sólo le interesaba devorar y lo hacía como si llevara semanas sin comer. De hecho, ahora la comida "normal" no le interesaba, sólo bebía agua y comía los órganos que lograba arrancarle a sus víctimas. Cuando comía, la voz del hombre extraño le decía cosas como "Muy bien muchacho, lo estás haciendo perfecto", "Sigue así, Jack", "Todo está bien ahora, ¿Verdad? Vamos, sigue comiendo." Escuchar su voz mientras comía lo hacía sentirse raro, como hipnotizado, como si su cuerpo recibiera algún tipo de energía intensa. Una vez le preguntó a la voz porqué pasaba eso, pero la única respuesta fue una risa misteriosa.

Jack entendió después que había aceptado un trato y si no seguía asesinando para alimentarse, se acabaría su buena suerte, tal vez incluso dejaría de existir porque el tipo de la voz lo atacaría.

No se trataba de buscar una víctima en especial, sólo aprovechar las oportunidades. Si alguien olvidó cerrar una ventana o una puerta, si veía alguna persona que fuera fácil de atacar, caminando por un callejón o alguna otra zona aislada, lo aprovechaba. Empezó también a seguir a sus posibles víctimas cuando iban camino a sus casas. Se quedaba cerca, esperando el momento perfecto para el ataque. Llegando la madrugada, trataba de entrar a la casa. Si lo lograba, se movía sigilosamente hasta la cama donde su próxima víctima dormía. Podía fácilmente haber matado rápido a la víctima en ese momento, pero siempre les tocaba primero el hombro para despertarlos y, que tuvieran esa horrible máscara, de mirada vacía con lágrimas negras frente a ellos justo antes de morir.

Eyeless Jack: La Mirada VacíaWhere stories live. Discover now