Skyler POV
Alcé la vista para encontrar los ojos de Fabriccio. Había perdido, parcialmente, la visión de uno, aunque se empeñara en negarlo, la única secuela después de salvarme de la muerte no era la cicatriz desde la sien hasta la comisura de la boca.
—¿Estás seguro de que no fue uno de los nuestros? —pregunté por segunda vez.
Negó.
—El hombre que murió por sobredosis en uno de nuestros clubes no le compró a ninguno de los chicos de D'angelo.
—¿Alguno de esos chicos estará vendiendo su propia mercancía? —pregunté.
—No.
—El muerto puede haber comprado en otro lugar antes de entrar al club, en otro... territorio.
Se aclaró la garganta para continuar.
—Seguimos los pasos del hombre esa noche, investigamos. Fue en nuestro territorio, fue con alguien que estaba vendiendo donde no le correspondía.
Hice girar mi teléfono sobre la mesa, despacio, concentrado en el reflejo del cristal.
—Y no sabemos quién fue.
—Sí y también sé para quienes trabaja. —Su voz era profunda y segura, una navaja refinada y letal—. Aunque no tengo cómo probarlo y si hacemos algo podría considerarse un ataque.
No quería pensar de más porque sabía a quién se refería, no al vendedor, a los jefes de sus jefes.
Llevábamos semanas con casos aislados, personas en el territorio norte haciendo lo que no debían, en el que había sido mi territorio, pero jamás había muerto alguien, mucho menos en público, en medio de uno de mis clubes, donde todo el mundo fue testigo... La sobredosis era una manera de hablar, lo que se declaró de manera oficial gracias a la influencia de D'angelo en la policía. La verdad era que la droga estaba alterada para llevar al consumidor a un paro cardíaco con la dosis mínima, algo que atraería demasiada atención si volvía a suceder.
—Hay más, jefe —dijo Fabriccio sin variar el tono—. Ayer en la tarde asaltaron un negocio, una de las panaderías de la zona turística, a punta de pistola... No eran nuestros, sabe que jamás...
—Nadie se atrevería —concluí.
Le di más vueltas a mi teléfono. Cinco, diez, veinte.
—Sabes lo que es esto, Skyler —murmuró con su voz grave y calmada.
Pocos tenían la confianza o el permiso para hablarme de esa manera, pero él... Fabriccio era como un padre, más que de lo que fue el mío. Apenas pasaba de los treinta, me llevaba menos de diez años y de igual forma se convirtió en la figura que todo niño debía tener para admirar.
—No le des más vueltas —insistió—. Sabes a dónde va, sabes que la familia Russo están detrás de esto y si no tengo pruebas ahora, las tendré muy pronto.
No aparté la vista de mesa.
—Las tendremos —murmuré—. Yo también me voy a encargar de llegar al fondo de esto.
Asintió con un movimiento de la cabeza.
—Rispetto, capo —dijo con la palma sobre el corazón, el gesto que hasta un año antes todos me dedicaban al saludar y despedirse.
Lo había eliminado, dije que lo olvidara, pero Fabriccio nunca dejaría de ser quien era y yo no lo iba a obligar.
Sin nada que agregar, salió por la puerta y volví a darle vueltas al teléfono. Tenía mil maneras de llegar al fondo del asunto, pero escogería la correcta, sería más inteligente que ellos, o quien estuviera detrás de todo... Puede que fuera momento de llamar a Alicia Russo, se convertía en una necesidad contactar con ella.

KAMU SEDANG MEMBACA
Mi crush literario © [LIBRO 1 y 2]
RomansaCuando su crush literario aparece en la ciudad, Dakota debe ayudarle a regresar al libro antes de que su saga favorita termine de la peor manera. ⫷⫸ Dakota vive para leer. Está obsesionada con Skyler Moretti, jefe de la mafia y protagonista de una n...