CAPÍTULO 2

11.7K 1.2K 101
                                    

SIERRA

World on fire-Les Friction

Llevo horas, días, semanas tal vez caminando por este sitio. Aquí no hay día y noche, no hay sol ni estrellas. Solo una extensión de tierra infinita donde solo puedo ver blanco en la línea del horizonte. Camino y camino, agotando mis fuerzas hasta caer de rodillas en el suelo, con la esperanza de acercarme a esa luz blanquecina y encontrar algo más que esta extensa nada. Cada vez, acabo agotada, desmayada en el suelo hasta que recobro las fuerzas para dar un paso más. Lo curioso es que no siento hambre, sed o sueño, solo es como si mi cuerpo tuviese una carga limitada que se agota y se recarga cada vez que me desfallezco.

Nada parece distinto esta vez o eso creo hasta que, en la lejanía, rompiendo el horizonte, veo la silueta inconfundible de una mujer. Por mucho que quiera aligerar mis pasos, estos siguen siendo igual de lentos. No sé cuanto tiempo transcurre, posiblemente mucho más del que creo, cuando llego a estar lo suficiente cerca de la silueta femenina como para distinguir rasgos más concretos. Yo la veo a ella, pero ella parece estar totalmente ajena a mí. De un momento a otro, se lleva las manos al pecho, como si le doliera y lanza un grito atronador que partiría el cielo si es que hubiese algo como eso aquí.

Me tambaleo sobre mis piernas, sobresaltada por tal muestra de dolor. Caigo sobre mi trasero, clavando las uñas en la tierra muerta que me rodea. La mujer, aún con las manos sobre su pecho, vuelve a soltar un grito al aire que me estremece de pies a cabeza. Su cabellera es del color de las llamas y se extiende hasta su cintura en rebeldes rizos y a pesar de tener una mueca de dolor, su rostro es hermoso. Un movimiento entre sus piernas llama mi atención y con verdadero horror veo como algo que no puedo ponerle nombre se interna dentro de ella. No tiene forma ni rostro, es una densa oscuridad que se interna en ella y la hace gritar con agonía.

—No me doblaré, no me doblaré. —dice entre gritos la mujer.

Con el cuerpo contorsionándose de dolor, mientras lo que sea que entra en su cuerpo a través de entre sus piernas, no deja que su cuerpo se doble ni caiga al suelo. Posa una mano sobre su espalda y otra sobre su pecho y respira con dificultad. El sudor perla su frente y el pelo de ese rojo tan vivo se pega a sus mejillas. Sus ojos miran en mi dirección, pero nada indica que realmente me esté viendo.

Aparece un nuevo ser sin rostro, con una forma parecida al de una serpiente, y se enreda en su pierna tan fuerte que la piel se rasga y de ella brota sangre. La mujer grita de nuevo en su agonía y llena de impotencia veo como lo que sea que es eso, se mete entre sus piernas. Intento levantarme e ir en su ayuda, sin éxito. Es como si hubiese un peso invisible sobre mi cuerpo que me impide levantarme.

A ese ser se unen más, tantos que es doloroso mirar. Mientras tanto la mujer grita, pero no cae, no se dobla, no se arrodilla. Mira hacia arriba, a lo que debería ser el cielo, aunque solo vemos rojo sobre nuestras cabezas y dirige la mirada más desafiante que he visto jamás.

—Un día, mis hijos poblarán tu querida tierra y haré de su propósito matar a los tuyos. Su sangre será su manjar y sus gritos, sus nanas de cuna. Hoy tendrás mis gritos y lágrimas, solo hoy. Nunca más.

Entonces, seis lágrimas escarlatas resbalan por sus mejillas, cayendo sobre el suelo, regando la tierra con la sangre. Se escucha un ruido tan fuerte que la tierra bajo mis manos se tambalea. Mi corazón se acelera, asustado. No sé a donde mirar, sin embargo, eso no impide que observe el asombroso acontecimiento que está teniendo lugar. De la tierra, la sangre y la inmundicia comienza a formarse un cuerpo. Sé que lo es, puedo distinguir brazos y piernas, manos y pies. La mujer de asombrosa belleza observa con una mezcla de sorpresa y agonía como frente a ella se forma lo que parece ser un ser humano adulto. Poco a poco lo que parecía tierra se convierte en piel clara, la suciedad da paso a pelo negro, uñas afiladas, brazos tonificados y sonrisas de dientes blancos y colmillos afilados.

Un hombre, desnudo, arrebatadoramente atractivo y totalmente formado se alza ahí, entre ella y yo. Clava su rodilla en el suelo, escondiendo su rostro al bajar la cabeza y su voz me acaricia los oídos como terciopelo.

—Madre, aquí estoy, para servir.

Poco a poco se unen a él cinco seres más. En total tres hombres y tres mujeres que cuándo se giran, parecen clavar sus ojos en mí, su belleza innegable me deja muy claro lo que he visto. Los primeros hijos de Lilith. 

INQUEBRANTABLE +18Where stories live. Discover now