Capítulo 16 (2ª parte)

123 30 182
                                    

***************

"No, no me beses, que tus labios no me rocen, porque entonces tendré que besarte hasta perder el conocimiento".

***************

Tras aquel momento mágico en que nos rozamos las manos y nos apretamos los dedos, comenzó la siguiente canción e hicimos como si nada hubiera pasado.

Entre dos tieeerras estáásss

Y no dejas aire

Que respiiiiraaar

Cantamos en voz alta, gritamos con el resto. Éramos felices, nada más importaba. Ya era algo evidente, aunque no me atrevía a ponerle nombre. Ni en mi cabeza si quiera. Si no lo verbalizaba, no existía. No me iba a reconocer nunca lo que había sentido, lo que estaba sintiendo. Era feliz. Eras feliz. Solo importaba eso.

—Tengo que irme.

—Te llevo —afirmé. No protestaste. Siempre decías que no y tenía que convencerte. Ese día no te negaste.

En el coche, buscaste canciones de los 90 para seguir con la música.

Puede que me deje llevar

Puede que levante la voz

Puede que m'arranque sin más

A ver qué me dice después

—¡Extremoduro! ¡Uhhhh! —grité levantando el brazo con el puño cerrado.

Cuando llegó el estribillo, bajaste la ventanilla, sacaste la cabeza y empezaste a vociferar exageradamente la letra.

So payaso

Y me tiemblan los pieeees

A su lado

Me dice que estooooy descolorioooo'

Yo te seguí, bajando mi ventanilla también.

Empiezo a besaaaaaar

A ver qué me dice despuéeeees

So cretino

Y me tiemblan los pies

A su lado

Me dice que estooooy desconocioooo'

Empiezo a pensaaaar

A ver qué me dice después.


—Quería darte algo—comentaste cuando llegamos al portal de tu piso.

—¿Qué es? —pregunté, un poco nerviosa (solo un poco).

—He dudado si dártelo o no... De hecho, aún estoy dudando si subir a buscarlo.

—No, no, no. Nada de dudas —respondí empujándose hacia la puerta—. ¡Fuera! ¡Te espero aquí!

Me estaba impacientando. Tardabas demasiado en bajar. ¿Qué me querrías dar? ¿Me enseñarías algo con el teclado? Te vi llegar al coche con lo que parecía una funda con papeles.

—¿Son poemas tuyos? —pregunté, sacando alguna hoja—. ¡Son poemas tuyos! —No sabes la ilusión que me hizo que te atrevieras a enseñarme lo que habías escrito—. Creí que no te acordarías de que te había pedido leerlos.

Hasta que te odiéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora