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SeHun estaba sentado ante su mesa. Habían pasado cuarenta y ocho horas desde que hizo el amor con JunMyeon... No, amor no. Sexo. Solo había sido sexo, aunque desde entonces todo había cambiado.

Menos mal que JunMyeon había tenido el buen sentido de permitirle ver la luz. ¡Maldición! El sexo era algo peligroso. Se debería exigir una licencia para practicarlo, porque volvía a personas por lo general inteligentes y sosegadas en lunáticas.

Sí, JunMyeon era hermoso y el sexo con él había sido bueno. De acuerdo, más que bueno. De hecho, le había sacudido a SeHun todos los cimientos de su mundo... Pero no valía la pena tirar por la borda todo por lo que se había afanado en conseguir.

Su novela. Hojeó el bloc atestado de detalles y secretos.

La madre de Jisoo se había casado con su primo tercero, para divorciarse luego. La consulta de Jangchul había tenido unos beneficios netos de 300.000 dólares antes de regresar a Ulsan. El pastor Minho...

SeHun se puso de pie y caminó por la habitación. El pastor Minho había dejado su congregación en Gwanju después de solo seis meses de servicio. Y podía adivinar por qué. Era un maldito adultero...

SeHun cerró los puños y dejó de pensar. Necesitaba ser objetivo. Minho podía ser un miserable lujurioso, pero la verdad es que le debía gratitud al buen pastor. De no haber sido por su intrusión la noche pasada, es posible que SeHun hubiera dicho cosas que habría lamentado. Cosas que no podría retirar. Cosas como para siempre y...

El buen pastor Minho lo salvó de un enorme error, de pensar que a pesar de los problemas que tenía SeHun podría tener sentimientos hacia JunMyeon. Sentimientos hondos, que...

Pero no era así. Solo era sexo. Solo... Sonó una llamada a la puerta.

—¿Qué? —respondió SeHun.

—¿SeHun? —hablo JunMyeon y a SeHun se le atenazó el estómago.

—¿Qué quieres? —cuestiono entonces SeHun, recuperándose a la primera impresión.

—Necesito... tu ayuda. —susurro JunMyeon en tono suplicante.

—¿Ayuda? —SeHun abrió de golpe—. ¿Ayuda? —repitió SeHun con tono peligroso y JunMyeon retrocedió con los ojos muy abiertos—. ¿Del mismo modo en que tú ayudas al buen pastor?

—Bueno... sí. —respondió JunMyeon sintiéndose atemorizado por la peligrosa intensidad que transmitía SeHun.

—Escucha JunMyeon. —SeHun soltó un gruñido—, puede que tú no veas nada de malo con tus pequeñas aventuras, pero...

—¡Aventuras! —jadeó JunMyeon alarmado.

—¿Qué? —SeHun se acercó lo suficiente como para que su pecho rozara con el de JunMyeon—. ¿A poco vas a decirme que estás locamente enamorado de Minho? Y que lo que nosotros hicimos solo fue... —SeHun apretó los dientes incapaz de poder seguir conteniendo la rabia—. Una distracción para matar tu deseo. Pero con él...

—¿De qué estás hablando? —pregunto JunMyeon sin entender nada de lo que SeHun decía.

—Tienes muchas agallas haciéndote el inocente después de lo sucedido la noche pasada. —regaño SeHun.

—No volverá a pasar. —JunMyeon se sonrojó—. Sin importar lo amable que seas.

—¿Qué? ¿De qué demonios hablas tú? —gruño SeHun queriendo golpear a JunMyeon.

—¡De ti! —grito JunMyeon al borde del colapso—. Comportándote como si yo te importara. Actuando como si lo que tuvimos te importara y estando tan sexy cuando...

Escribiendo tu amor-SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora