Capítulo 7

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"Recuerdos de Días Oscuros"

—Él dijo que... —Ash sollozó ligeramente—... si volvía a Kanto... tendría que... volverme campeón sí o sí...

Un joven Ash, de tan solo doce años, lloraba de frustración y miedo, refugiándose en el regazo de su madre. Ella lo miraba con pena, entendía que su hijo era demasiado joven, y el peso de una responsabilidad tan grande era algo que no podía manejar. A pesar de que él mismo había luchado hasta el cansancio por dos largos años para hacer su sueño realidad, realmente nunca esperó encontrarse con un obstáculo parecido.

—Entiendo cómo te sientes, hijo —decía Delia comprensiva—. Hiciste bien en no aceptar. Si haces algo sin sentirte listo, las cosas podrían no salir tan bien.

—¿Qué debo hacer? —preguntó cabizbajo.

Pikachu observaba la escena a la distancia. Se sentía terrible por ver a su mejor amigo tan triste y a la vez tan indefenso. A los ojos de sus amigos, él era una chispa, un rayo de luz que siempre brillaba fulgurante, preparado para toda adversidad. Nada más lejos de la realidad, Ash no dejaba de ser una persona como los demás, y aún peor, era un niño.

—Si lo que quieres es continuar viajando, adelante —animó su madre—. Ve y alcanza tu máximo potencial allá afuera.

—Pero... no podré volver a Kanto... contigo... —sollozó.

—No te preocupes por eso, hijo —lo abrazó—. Como madre, mi prioridad es que vivas seguro y feliz. Me has demostrado ser capaz de valerte por tu cuenta, y ahora quiero que seas feliz... aún si no es a mi lado.

—¿Por qué...? —Ash no entendía del todo a su madre.

—Porque te amo, hijo —lo abrazó con más fuerza, y le dió un tierno beso en la frente—. Y algo importante que debes de saber del amor, es que este pide sacrificios.

Ash escuchaba atentamente, mientras bajaba la cabeza.

Con el amor, viene la pérdida... es parte del trato. Duele al principio, pero cuando comprendes que lo haces por un bien mayor, te das cuenta de que vale la pena —le sonrió, mientras unas lágrimas traicioneras amenazaban con brotar de sus ojos—. Porque cuando amas a alguien, pero el sendero de esa persona no coincide con el tuyo, lo mejor es... dejarla ir.

Ash se vió entristecido por las palabras de su madre, sin comprender en su totalidad el significado de estas. Lo que entendió, era que había llegado el momento de decirle adiós. Madre e hijo se envolvieron en un último abrazo. Esa noche, él había tomado la decisión de abandonar Kanto, teniendo ahora la aprobación de su más grande ser querido.

Pasó el tiempo, tiempo en que Ash recorrió todo el mundo, acumulando experiencias y nuevas habilidades. Perfeccionando y amaestrando lo que ya conocía, ganando batallas sin cesar, volviéndose lentamente en el mejor... mejor que nadie más.

Tres años habían pasado desde entonces, años en los que Ash se vió embriagado por el poder. No era codicioso, nunca lo fue, pero el sentirse invencible hizo que el joven se volviera alguien muy despreocupado. Ganó todas las Ligas en las que alguna vez compitió, encontrándose con viejos amigos en el camino, mas no a todos, gracias a circunstancias fueras de su control.

Véase el caso de Serena. En su momento, decidió retar la Liga Hoenn nuevamente, reencontrándose con May y Max momentáneamente. Sin embargo, para ese entonces Serena había regresado a Kalos por un tiempo, resultando en un posible reencuentro frustrado. La última Liga que Ash ganó fue la Liga Kalos, pero nuevamente el destino jugó en contra de la chica de cabellos miel, ya que en ese entonces estaba entrenando para la Master Class en, adivinen dónde, Hoenn. El mundo no los quería juntos, por alguna razón.

Cinco Días Para AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora