17. La Batalla Final.

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―Tú ganas, si lo sueltas, nos vamos ―guardé mi tubo de espada en mi bolsillo.

Empezó a reír fuertemente como lo hacía O'S

―O sino ¿qué? ―el cuchillo que tenía en su cuello lo subió a su mejilla haciendo una cortada rápida en la zona.

Me estremecí.

―Yo puedo hacer lo que quiera, tus negociaciones no me importan. Será lo que a mi se me antoje, si quiero que se vayan, solos sin mi rehén, lo harán, si quiero que los maten ―señaló a la gente ―Ellos lo harán.

Los pueblerinos miraban la situación con mucha confusión.
―Amber ―dijo uno ―Espero que estés diciendo la verdad, que también nos involucremos en esta situación significa que lucharemos por Beaufort y no por algo más.

―Claro que si, ustedes han perdido familia por estas cosas del infierno y yo he perdido mucho, mi padre y por él haré lo que sea para hacerlos pagar.

―¿Tienen lo que les dí? ―esta vez habló Thomas.

¿Lo que les dio? ¿Qué cosa?

Absolutamente todos asintieron.

―Pero tu te quedas conmigo, ya sabes para que ―la cara de O'Sullivan sentía que se ponía roja.

―Ni es tus mejores sueños, hazle saber a esta gente lo que estás hecho "cazador" ―hice comillas con mis dedos ―Yo haré lo que quiera ―aproveché la distracción de Amber y  con un movimiento de cabeza le hice a Chandler y este con sus cadenas rápidamente atrapó el pie de Skandar y lo tiró en su dirección siendo libre de su agarre.

Ella se quedó con la boca abierta ante tal astucia y con sumo enojo me miró con todo el odio que su ser podía reflejarse en sus ojos, apretó la hoja del cuchillo haciendo que su mano izquierda sangre.

―Esto será un baño de sangre ―coloqué mi posición de ataque.

Thomas empezó a observarme de arriba abajo como un microbio como si para el fuera poca cosa.

Todos atrás mío sacaron sus armas de ataque, o algún otro modo de de defensa. Su naturaleza.

―Esto será fácil ―dijo Caleb con una sonrisa.

―¿Y tú crees que es esta gente mi único recurso? Por favor salgan ―de la puerta de esa casa salieron otros, como los míos, muchísimos más.

Los de Beaufort se asustaron retrocediendo.

―¿¡Por qué nos mienten!? Ustedes son iguales, esto no es por nosotros, es por ellos, otra situación, es otro motivo ―algunos empezaron a reprochar.

―Ustedes están de mi lado, deben hacerme caso, yo soy el que los va a vengar, ¡Adorenme a mi y todo se resolverá!

―¡Estas viviendo una fantasía! ―intervine―Demuestra lo que estás hecho, dame tu odio ―sonreí de lado.

Estar con ellos tanto tiempo se me ha pegado la sonrisa, a decir verdad, me gusta.

―Será un placer, hija mía.

Todos sus aliados se pusieron en la misma posición de nosotros.

―¡Ataquen! ―gritó y empezaron a correr a nuestra dirección.

Esperé un momento, en eso apareció él entre su gente con una espada entre sus manos.

―¡Ahora! ―grité.

Empezamos a correr y de uno solo salté sacando mi tubo aprentando el botón de espada normal.

Solté un grito de fuerza tratando que corte su cabeza a la mitad, pero él me detuvo poniendo la suya de forma horizontal con su típica sonrisa burlesca.

Josephine Everglot © |Libro 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora