"𝐍𝐎 𝐍𝐄𝐂𝐄𝐒𝐈𝐓𝐎 𝐔𝐍 𝐐𝐔𝐈𝐑𝐊. 𝐒𝐎𝐘 𝐔𝐍 𝐆𝐄𝐍𝐈𝐎"
𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐂𝐔𝐀𝐋 una joven adolescente demasiado sarcástica y estrafalaria quiere ser una heroína como ninguna otra. Ser estrafalaria no era un obstáculo, ya que era una genio certifi...
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LOS RAYOS ROJOS del sol poniente calentaron suavemente la piel de la joven genio tumbada en la manta, dormitando junto a la orilla del mar.
Oír las melodías del viento y las olas calmó sus nervios y alivió su mente aturdida por los recientes acontecimientos; sintió que se liberaba momentáneamente de la incomodidad. Hacía bastante tiempo que no visitaba el océano ni respiraba su aire salado y fresco.
Llegó una extraña relajación en presencia del mar. Al parecer, Y / N no era la única que pensaba así.
A pocos metros de ella, había una figura; contemplando el vasto océano mientras el sol se ocultaba lentamente. Midoriya encontró motivación en la orilla del mar que su mentor le había ordenado limpiar como forma de entrenamiento. Recordar el pasado y las dificultades por las que paso, le hizo recordar las razones por las que necesitaba perseguir sus metas y sueños.
Quitando la vista del océano. Casi chilla al ver una figura tendida en la arena. Corriendo hacia el cuerpo, reconoció inmediatamente a la persona y la llamó con renuencia.
"¿Y/n-san?", susurró, no queriendo perturbar su paz. Al no recibir respuesta, se acercó y se tranquilizó al ver que su pecho subía y bajaba, lo que indicaba que respiraba. "¿Y/n-san?", repitió, esta vez un poco más alto.
"¿Hmm?" tarareó ella y se removió en su sueño. Y/n se incorporó al instante al darse cuenta de que se había quedado dormida. "¿Midoriya?" gimió, mientras se frotaba el sueño y el polvo de arena de los ojos.
"Te vi tumbada aquí y me preocupé", dijo, "¿dormías aquí sola? Es peligroso".
Aturdida, Y/n se enfrentó al peliverde con mirada agotada. "No quise quedarme dormida. Supongo que me cansé". Y / n dio una palmada en la manta blanca debajo de ella. "Siéntate. Te darán calambres en los pies si te agachas y la arena está sucia".
Tragando saliva con nerviosismo, la pecosa adolescente se sentó a su lado. La mullida manta le reconfortó tanto que le hizo comprender por qué se había quedado dormida.
"¿Vienes a este lugar?", preguntó, mirando el etéreo cielo de tonos anaranjados con el mar brillando por el reflejo de la luz del sol. "Es mi primera vez, en realidad", respondió ella, "Sólo quería despejar mi mente". Y/n frunció los labios con pesar; no le gustó la frase que utilizó.
